“¡Feliz, feliz Navidad!, ¡la que hace que nos acordemos de las ilusiones de nuestra infancia, le recuerde al abuelo las alegrías de su juventud, y le transporte al viajero a su chimenea y a su dulce hogar!” (Carlos DICKENS).
INFORMACIÓN TODOS LOS LIBROS PUBLICADOS
martes, 24 de diciembre de 2019
viernes, 13 de diciembre de 2019
NO ME DIGAS
No me digas por dónde tengo que ir.
Si yo solo quiero que me envuelva la
niebla de este otoño
en la que se pierden todos los senderos,
allí donde comienzan las nubes
y la noche extiende su capa interminable.
Ni tampoco me digas que no beba para
olvidar.
Si el alcohol aviva las certezas, las
verdades,
de que la vida es una continua derrota
desde el minuto uno
hasta el agónico final.
¡Quién pudiera escapar de nuestro destino!
¡Quién pudiera abrir la puerta de la jaula
que encierra
la belleza que una vez tuvieron nuestras
alas!
Solo somos una fila de hormigas
que camina ordenadamente al precipicio,
ese barranco donde desaparecerán las
plumas
que cobijaron nuestros sueños imposibles
para siempre.
A veces me consuela
la otra vida, real o inventada,
que, de vez en cuando, se acerca
y me susurra al oído
esa música celestial
que deben componer los ángeles
Nada sería más amable,
¡ni más justo!
que ese premio final
que se otorga a los niños ciegos
que juegan a la piñata.
Ese pasatiempo en el que,
cuando se acaba,
cuando cae la venda al suelo,
vuelven las risas.
Y el miedo desaparece.
martes, 10 de diciembre de 2019
"SEMILLAS DE ALEGRÍA" VUELVE A LOS VERDI EN LA FIESTA DEL CINE JOVEN
| |||||||||||||||||||||
| |||||||||||||||||||||
|
jueves, 28 de noviembre de 2019
EL DESASOSIEGO DEL OTOÑO
EL
DESASOSIEGO DEL OTOÑO
No me gusta la parte final del otoño
con su sinfonía del fin de la vida.
Y, menos, el comienzo del duro invierno
con su silencio pétreo y nevado de
sepultura olvidada.
Por la mañana miro por la ventana
buscando la sorpresa de una ilusión.
Que no encuentro entre la neblina
y los escombros de mi desesperanza.
Leo a Fernando Pessoa.
Que es como clavarte a ti mismo
los clavos en tu particular cruz,
imponente y dolorosa.
Eso sí, musitando versos tan preciosos
como tristes, tan desangelados
como verdaderos.
Remo mi barca bajo las acacias desnudas
que bordean el lago donde se deshilachan
todos los sueños posibles e imposibles.
Que ya conforman el revés del mismo tapiz
que ni yo mismo entiendo.
Solo es la anatomía del tedio.
O que me he levantado con la tensión baja.
O los últimos coletazos de noviembre
¡Qué se yo!
¿Soy yo acaso quien
ordena estos días, vestidos de riguroso
gris,
en el calendario de la vida?
El otoño escribe garabatos en mi alma
con su lenguaje ocre y marrón que yo no
entiendo,
pero siento.
Mientras todo se muere a mi alrededor.
Y yo
solo soy como una hoja más
que el viento derriba,
para que la gente la pise en el camino.
Para que alfombre las aceras,
esos caminos inciertos
de cunetas y linderos dudosos
que llevan, alegres, hasta la Navidad.
Esa penúltima ilusión,
agridulce,
que recrea un tiempo que alguna vez fue
feliz.
Y que sientes, al menos en días tan
desnortados como el de hoy,
que su brillo
de mazapanes y campanillas,
de inocencia y de magia multicolor,
ya no volverá.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)