miércoles, 19 de octubre de 2011

INDIGNADOS: EL ULTIMO NAUFRAGIO.

Desenfundó su pluma y escribió en su libro, denominado "El primer naufragio",  lo siguiente: "Para Francisco, con todo mi afecto, este libro de Historia en el que verá reflejados aspectos inquietantes del presente".
"¿Por qué es tan importante la Revolución Francesa en el momento presente?" Pedro J. Ramírez se arrellanó en el asiento y aspiró el aroma de los libros que dormían en los estantes de la librería de mi amigo, el gran Luis Domínguez, con sus miles, millones de páginas olorosas, llenas de lecciones del pasado sin aprender.
"Porque allí se formularon los grandes dilemas que todavía nos persiguen hoy: Libertad versus igualdad, democracia representativa versus democracia real, razón versus fe" Sí, en cierto modo era verdad, todos  somos, todavía, hijos, o nietos, de la Revolución Francesa. Las revoluciones son, creo yo, momentos de aceleración en el que aumenta de forma tremenda la velocidad imparable de cambio en el mundo. Del cambio que aleja al hombre de su animalidad y lo acerca a dios, al dios que un día fue, al dios que un día será.
"¿Y los "indignados", serán el motor del cambio de la nueva Revolución del Siglo XXI?" Me miró ligeramente sorprendido: "Podrían serlo, hoy todavía están lejos. Todo dependerá de la insensibilidad  de los gobernantes, no en atender sus reclamaciones concretas, que también, sino en algo más doméstico e inmediato: ofrecerles un puesto de trabajo ilusionante, la creencia en un mundo mejor". Todo lo que está naufragando hoy, pensé, nuestro último naufragio.
Nos despedimos. Me deseó suerte con mi libro, que me prometió leer, de título tan bonito: "El día que fuimos dioses".  Sí, ojalá tengamos suerte, pensé. Y el último naufragio nos acerque a una playa  luminosa, donde nos armemos de valor y de ilusión, de nuevo, para surcar otra vez los procelosos mares.
En busca de un mundo mejor, en busca del sitio donde nos esperan los dioses.