lunes, 31 de julio de 2023

FIN PRIMERA VERSIÓN DE "LEJOS DEL SAUCE CURVO"

 


Aunque ya esté de semivacaciones, a caballo entre Madrid y El Sauce Curvo, y, sobre todo, preparando el viaje de Malasia y Singapur de la semana que viene, no puedo dejar de reseñar el día de hoy en este diario literario y personal.

Hoy he puesto punto final a la primera versión de mi nueva novela "Lejos del Sauce Curvo". Es un día muy feliz para mí.

Me queda todo el proceso de revisión. Eso queda para la vuelta.

Mi portadista me manda sus proyectos de portada.

Me gustan. Le he dado algunas sugerencias menores para adecuarlas a lo que yo creo que es el libro.

El trabajo está casi hecho.

Ojalá lo refrenden los lectores. Nada me gustaría más.

Levanto mi copa y brindo por "Lejos del Sauce Curvo", un homenaje a la generación de nuestros padres y a la nuestra, los que fuimos jóvenes en tiempos de la Transición. Se lo merecen ambas generaciones. ¡Eso creo yo!






miércoles, 26 de julio de 2023

FELICES VACACIONES.

 




¡FELICES VACACIONES!
"¿Qué hace falta para ser feliz? Un poco de cielo azul encima de nuestras cabezas, un vientecillo tibio, la paz del espíritu" (André Maurois)
Tal vez todos busquemos eso en nuestras vacaciones. Yo os lo deseo en las vuestras.
Por mi parte salgo ahora y estaré fuera de cobertura hasta el veinte de agosto.
Y, para los amantes de la lectura, recordad que mi novela El astrónomo, ese bestseller policíaco y de suspense, estará gratis unos días para que lo podáis llevar si os apetece de vacaciones.
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Un fuerte abrazo y hasta la vuelta.

domingo, 23 de julio de 2023

EL MUNDO DE LA MILI. EL FIN DE LA INOCENCIA.

 



EL MUNDO DE LA MILI. EL FIN DE LA INOCENCIA.


(Avanzo el último capítulo escrito, esta misma mañana, para mi nueva novela "Lejos del sauce curvo")

Volví a casa de mi viaje y la vida seguía. Y la muerte también. Apareció como un zarpazo premonitorio de aquel año negro que me esperaba. Mi abuelo Joaquín murió de repente y dejó a mi abuela Leonor sumida en la soledad, todos sus hijos estaban en Madrid. 
 
Quisieron traerla y que viviera con ellos, un par de meses con cada uno de sus tres retoños. Pero ella prefirió permanecer en El Sauce Curvo. Allí había nacido, se había casado con un chico de allí, el abuelo Joaquín era su vecino de calle, allí había tenido a todos sus hijos y había cuidado de todos sus nietos. Arrancarla del pueblo era arrancarla de su hábitat de siempre.
 
A partir de ahora su vida sería un manojo de ausencias. Pero también de recuerdos. Sus personas queridas ya no estaban a su lado, pero todo lo que miraba y tocaba le traía recuerdos de ellos. Todas las tardes se daba un paseo desde su casa, en la carretera, hasta el cementerio, al final de la Cuesta de San Roque. Allí hablaba un rato con su marido Joaquín, el único hombre que había habido en su vida, desde que un día este se fijó en ella, cuando solo tenía catorce años y él dieciséis. Luego iba a la tumba de sus padres, limpiaba la lápida y se llenaba el pecho de fragancias de su niñez.

Nunca salió en su vida de El Sauce Curvo, y ojalá no tuviera que salir. Solo esperaba que un día, cuando Dios dijera, se mudara desde su casa en la carretera a esta pradera verde del cementerio, silenciosa y soleada que, para ella, era otro barrio más del pueblo, en el que vivían ya muchos de sus seres queridos. 

Sí, aquel mundo de la abuela Leonor, ¡era tan diferente al que nos tocaba vivir a sus nietos en la gran ciudad!, en aquel Madrid gigantesco que devoraba a sus habitantes haciéndolos irreconocibles, huérfanos de su terruño y de sus simples principios de vida. Aquella era la ciudad de la complejidad, de la ambición y de la confusión. Yo a veces echaba de menos la sencillez, la hondura y la autenticidad de vidas como las de mis abuelos Joaquín y Leonor.

Pero ellos habían vivido sus vidas de la forma que habían sabido, querido y podido, como todos, y ahora nos tocaba a nosotros enfrentarnos a las nuestras. Eso es lo que me dijo mi abuela Leonor:

–No te preocupes por mí, Germán. Voy a vivir como deseo. Tú deberás vivir como te marca tu tiempo, que es muy diferente a como fue el mío. Pero no te olvides nunca de tus raíces, de todas las personas que un día te quisimos. Eso, lejos de distanciarte de tu tiempo, te acercará a él, pero con asideros firmes. Te lo aseguro.

Qué sabias palabras las de mi abuela Leonor. Pero hoy me levanté triste, porque me toca escribir sobre una época dolorosa y confusa de mi vida. Aunque también hubo momentos luminosos en ella, momentos divertidos y llenos de vida. 

Tuvimos la despedida de quintos. La pandilla de Sace nos juntamos y nos dieron un fiestón a Dani, que se marchaba a Córdoba, y a mí, que me marchaba a León. Fue como una despedida de soltero, antes de casarnos con el ejército. Había un aire de cambio de etapa, en muchos trabajos de entonces te preguntaban cuando aplicabas para un puesto:

–¿Ha hecho usted la mili?

Cuando la habías hecho, se añadía a tu currículo un poso de madurez, de adultez, de seguridad y seriedad que antes no tenías. Por ello había que celebrar el inciar esa etapa. Y eso es lo que hicimos por los bares y tascas del centro de Madrid. Agarramos una cogorza monumental y agotamos la noche cantando abrazados por las calles. Hasta entonamos el “Adiós con el corazón” que reservábamos para las grandes ocasiones etílicas.

Unos días antes de incorporarme a filas me llamó Martuqui. Hacía casi un año que no la veía, pensaba que ya se había ennoviado y todo, conservaba en su agenda la fecha de mi ingreso en el ejército.

–Hola, mi soldado, ¿creías que ya te habías olvidado de mí? –me dijo cuando me llamó.

–Pero, Martuqui, qué alegría. Si pensaba que ya estarías preparando tu boda.

–Menos lobos, caperucita, que ya hace dos meses que no salimos.

Nos vimos y fue igual que siempre. Tenía la virtud de hacer que el tiempo no pasara entre nosotros. Era capaz de mantener algo fresco y novedoso en nuestra amistad, que la dotaba de una consistencia que superaba los largos periodos de ausencia.

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domingo, 16 de julio de 2023

FRAGANCIAS

 


“Poder disfrutar de los recuerdos de la vida, es vivir dos veces”

Marco Valerio Marcial

 

“Cuando uno extraña un lugar, lo que realmente echa de menos es la época que corresponde a ese lugar. No se extrañan los sitios, sino los tiempos”

Marcel Proust

 

“El recuerdo es el perfume del alma”

George Sand

 

 

FRAGANCIAS

 

     La vida que vives en el presente es una parte de la vida total, luego está la vida que recuerdas, la vida que esperas para el futuro, todo forma parte de la vida….

 

     Vas a casa de tu madre. Donde tú naciste. Y, de repente, te envuelven cien aromas que creías olvidados. 

 

     Los de esos muebles que te rejuvenecen por dentro, esa fragancia que descansa dormida, intemporal, en los armarios, en los rincones.

 

      La atmósfera cerrada, envolvente, tierna y ya, ay, callada para siempre, de tu niñez.

 

     Recorres las habitaciones y, cuando abres las puertas, recibes esa bocanada de aire cargada de aromas, de fragancias, de recuerdos que parece que todavía viven allí. 

 

     Y viven.

 

     Eres tú el extraño, el recién llegado, que aparece e irrumpe de repente en su mundo.


     Cuando terminas el recorrido vuelve la tristeza. Ya sabías que ocurriría. Tu madre ya no está. Y su oquedad la llena también un aroma especial, único y entrañable. Porque ella, en el fondo, sigue estando allí. Esperando en aquel mundo que una vez os unió.


     Tal vez la vida es solo una sucesión de presencias. Como la que tú dejaste en aquel primer amor de penumbras y de caricias. O en las sucesivas ilusiones que han llenado tu existencia.


    Al final queda el aroma, esa fragancia íntima, por donde pasaste tú y que es la última esencia que queda de tu devenir.


     Por eso, si respiras hondo te sientes tan bien. Y llevas a tu interior todos esos aromas de los que por allí pasaron antes que tú.

 

     Esa fragancia universal y conjunta que enriquece la vida de los que se incorporan a ella.

 

      Y, por ello, se llenan de una alegría tan honda y de una tristeza tan inexplicable, como la que tienen los niños que ríen y lloran sin saber todavía por qué.

 

 

IMÁGENES: Hoy estuve en El Sauce Curvo. Estoy estrenando este mirador en una casa auxiliar que tenían mis padres donde, cuando yo era niño, cuidaba de las gallinas. Teníamos también un huerto, yo ahora tengo una pequeña pradera de césped, lleno de rosales, de palma rizada, de lirios por los rincones. ¡Cuántos recuerdos!


Allí vi yo nacer a ocho cerditos una noche y corté mi primer árbol, cuando lo recuerdo todavía se me hiela la sangre de pena: una membrillera que no había hecho mal a nadie, sino darnos apetecibles membrillos.


Todos aquellos huertos, los chopos de Los Calzaízos, el mayestático Picozo, donde ahora está la antena, los altos de la Vega puedo verlos yo desde mi terraza, que me llena de recuerdos y también de nostalgia,

porque no puedo compartirlos con quien más me gustaría.


 Sí, solo puedo percibir la fragancia de aquel tiempo que ya se fue. Pero queda en nuestra memoria y en aquello que escribimos un día,  para el libro MIL PALABRAS PARA LA FELICIDAD:

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sábado, 8 de julio de 2023

EL SUR

 



El escritor acaba de regresar de uno de los lugares más al sur de España, justo en la frontera entre Málaga y Cádiz, frente a Sotogrande, Gibraltar y África. Se acuerda de la película del maestro Erice, El sur, todo añoranza sobre esta tierra.

Desde hace mucho necesita ir todos los años allá, aunque sea unos días solo.  Recorrer los olivares de Jaén, el misterio de Granada, la luz de Málaga, la gracia de Cádiz... Todos estos lugares han tenido su sitio en su obra, la poesía del maestro sevillano Antonio Machado en El día que fuimos dioses, las callejas de Cádiz en El cazador de la Patagonia, esta frontera gaditano malagueña en ambas novelas...

Madrid tiene una luz bellísima, la luz de Velázquez, pero la de Marbella y Cádiz es inmensa. El escritor sale a la terraza de la que fue su casa de vacaciones un tiempo, ahora la gestiona un hotel y él puede ir y nutrir su nostalgia en el mismo lugar donde fue más joven y dejarse inundar por los brillos del Estrecho que le llevan a África.

Puede bajar a la playa, una cala casi virgen, de pescadores, la llaman la cala de la Sardina, y pasar el día allí contando las olas y quién sabe si la vida. Respirar el aire y la sal, sentir el estremecimiento del agua, mirar la vida a su alrededor: ese padre, tal vez divorciado, que pasa las vacaciones con su hija de quince años que se le está yendo de las manos y no sabe qué hacer, solo le echa la bronca, esos abuelos rodeados de nietos: "Celia, quién te ha comprado ese bañador tan bonito", "Tú, abuelo",  y los dos abuelos se miran entre sí, orgullosos. Esa pareja británica, él un tiarrón, tal vez de Escocia, ella una rubia blanca y delicada, tal vez de Oxford, o de Canterbury, en ambas ciudades el escritor aprendió inglés, hace tantos años que ya no quiere recordarlo, que se miran en silencio, son una pareja reciente, todavía no saben cómo administrar esos silencios que el tiempo mete de repente entre los dos, ella saca las cartas y hace un solitario, él tira piedrecitas al agua... ¡El escritor podría escribir una novela entera con lo que está viendo! Comer en el chiringuito, "¡para mí, calamares al espeto!, ¿y para ti, reina?", luego cenar en el pueblo de pescadores, marisco de la tierra, gambas, coquinas... pasear bajo las farolas, mientras los vecinos toman el fresco y los miran pasar. Regresar a casa, aunque sea un apartamento de hotel, y disfrutar de esa compañía de tantos años, cada vez más sedosa, como si el viento del tiempo hubiera suavizado sus aristas, y dejarse llevar por ese murmullo del mar, con su voy y vengo eterno... La felicidad es una cosa simple, llena de cosas sencillas... No sé quién lo dijo..., piensa,  a lo mejor no lo dijo nadie, se le ha ocurrido a él esta noche, mirando el mar nocturno del Estrecho.

Pero, hoy, el escritor ya solo pensaba en regresar. No ha escrito una sola línea estos días, solo vivido, se dice para compensar. Pero su obra le espera. El destino no es mirar el mar eternamente, sino cumplir con su misión. 

Así que llega a su casa de Madrid y, tras ayudar a su mujer con las maletas, acude a su ordenador, como si de un imán magnético se tratara, que le impulsa a sentarse frente a él y continuar con su novela. Pero, antes, no puede evitar dejar grabado el recuerdo de estos días sencillos, y felices, cuyo aroma todavía le ronda en su cabeza. Y en su corazón. 

Con ese almizcle entrañable que da la felicidad, se acuerda de Coldplay, últimamente le viene mucho a la cabeza, y este Hypnotised: https://www.youtube.com/watch?v=WXmTEyq5nXc

Mañana será otro día. Se levantará pronto y arremeterá con su novela que le espera, como la amante posesiva que ha sido postergada por su mayor enemiga, que es la realidad.

IMÁGENES: arriba, ayer, en la cala de la Sardina. Abajo, hoy, antes de salir para Madrid.







lunes, 3 de julio de 2023

ARRANCA EL RODAJE DE NUESTRA PELI: "HOY ES TODAVÍA"

 

El viernes, en Madrid, se filmó la primera secuencia de la película en el original centro "Ajedrez con Cabeza". Soy uno de los guionistas y fue un placer acompañar al equipo y participar también en la figuración.
Aquí, con la actriz principal, Laura Sáez, y con Teresa Del Olmo, su madre en la ficción, a las que deseamos todo el éxito del mundo.
Una película sobre el siempre atractivo tema de la relación entre hombres y mujeres, centrada en un hito tan actual como el machismo, en una historia de féminas, al estilo de aquel delicioso road movie que fue Thelma y Louise.
Su director, Manuel Serrano, nos ha puesto como reto estrenar la peli el próximo 25 de noviembre, día internacional contra el machismo, designado por la ONU. ¡Misión difícil, por el poco tiempo! ¡Pero vamos a ello!
Hoy levanto mi copa y brindo por esta niña que hoy da sus primeros pasos. Ojalá la veamos en poco tiempo lozana y hermosa, a la altura de su bello título, que procede de un verso de ese poeta inmenso que fue Antonio Machado. ¡Viva "Hoy es todavía"! iViva el cine independiente, que también es necesario!



Con mi coautora, Nati Tejedor, que quiso acompañarme al rodaje, siempre guapa y con su eterna sonrisa.