Desviste la penumbra,
quítame el pijama,
quiero sentir la piel,
desnuda,
sobre la noche de papel.
Colgarme de la cornisa,
sentir el imán del abismo,
dejarme caer.
Busco la verdad,
él último brillo,
tras la oscuridad
de tanto oropel
baldío.
Echar fuera el último grito,
de este cascarón vacío,
rebelarme contra
tantas coronas de laurel.
Quiero sentir tu mano,
navegar juntos el último atardecer,
perdernos en el horizonte,
sin GPS, sin ver.
Sentir cerca las estrellas,
pesar los gramos de cielo,
volver a los orígenes,
no pensar en nada,
tan solo creer.