sábado, 31 de marzo de 2012

PRIMAVERA


PRIMAVERA

De repente: una mañana. Tal vez ha sido por  el tradicional cambio de hora. O, quién sabe por qué. Descorres el visillo que inaugura el mundo  y un torrente de luz alumbra, por primera vez, esas cavernas interiores en las que has  hibernado en los últimos meses.
Te preparas un café y sales a la terraza. Hay un colegio en frente y un griterío de niños reviste de una alegría inocente, extraña,  imparable a los rayos de sol, que te parecen más brillantes que nunca. Dos brochazos de una blancura reluciente,  desafiadora,  llena de íntimo orgullo, parecen salirse del cuadro e inundan tu retina. Son esa pareja de almendros, que exhiben sus galas de fiesta que dormían en el armario. ateridas de frío y que, hoy,  visten de organza, y de espuma, esa esquina del jardín.
Hay dos adolescentes que se besan al sol apoyados en la verja con los ojos cerrados. Y algo en ti, también se emociona y te conmueve: Será el milagro de la primavera. Será ese pálpito que todavía late abriéndose paso, un año más, entre tanta frustración y desesperanza.  Será esa savia nueva o, al menos, renovada, que cura las heridas del cansancio, y de la desazón.  Será esa nueva oportunidad  que nos da la vida de participar en ese coro que llena de estruendo, y de color,  la naturaleza , que nos rodea.
Un pajarillo se posa por un momento en la balaustrada y nuestras miradas se cruzan fugazmente.  Luego, lleno de vivacidad, de gracia, de hermosura, en un escorzo velocísimo se lanza al espacio y me invita, o eso creo yo, a que me deje caer también al vacío, sin frenos y sin paracaídas, para columpiarnos los dos en ese rayo de sol que cruza el aire esta mañana y la llena de la pureza de cuando éramos niños.
Francisco Rodríguez Tejedor/www.eldiaquefuimosdioses.blogspot.com






SIN LUZ.

Según estoy terminando este artículo me llega desde el mundo sin luz, que no de alegría, de la ONCE la noticia de que mi libro ha sido elegido como libro del mes para ser leído por los aficionados a la lectura de la organización. Según me dicen será pasado a soporte de audio (donde una voz lectora desgranará todas las emociones que me ocuparon durante 4 años, en tan solo catorce horas) o a idioma braille. Y me invitarán, ya después del verano, a contestar las preguntas, dudas e inquietudes de estos lectores ciegos, como si yo pudiera comprender el mundo de tactos, fragancias y sentimientos , en que ellos convertirán “El día que fuimos dioses”. Pero es cierto eso que dicen, y que es la mayor grandeza de cualquier escritor, que una vez escrita tu obra ya no es tuya sino, de aquellos que se atrevieron a entrar y a conquistar aquel mundo que una vez creaste.