viernes, 2 de mayo de 2014

MUSICA




Tal vez sea la música. Y sus compases que nos unen con los resortes ancestrales, íntimos, irresistibles, de la atracción mutua. De la juventud y de la alegría.

Tal vez sea la noche. Que difumina los contornos de las cosas. De nosotros mismos. Hasta hacernos más tenues, más difusos. Fundiéndonos en las sombras donde la ruleta del casino reparte las cartas de la vida. Y del amor.

Y el saxo reverbera por los ángulos, llenos de sombras y de un aroma entre el alcohol y el fuego que crepita, de ese espacio que nos acerca.






Tal vez seas tú. Que pones letra, en mis ojos y en mi corazón, a ese solo lánguido y eterno de guitarra, que busca sus compases entre tu pelo.

Tal vez sea yo. Que navego, de nuevo, por las ondas de la noche, persiguiendo esa estela misteriosa de la música. Plena de ecos, de resonancias.

Sí, tal vez sea solo la música. Que nos llama. Que me llama. Golpeando con sus nudillos inocentes y eternos en las entretelas del corazón.

Mientras la noche, y su misterio, llenan de sombras, y de un ritmo dulce y cansado a la vez, ese tiempo cadencioso, interminable, eterno, que es el necesario reverso de tantos lúcidos momentos del día.

Para Facebook: https://www.facebook.com/francisco.rodrigueztejedor?fref=photo


https://www.youtube.com/watch?v=pMT1cCD5EHs