lunes, 24 de marzo de 2014

MEMORIA



MEMORIA

Pienso vagamente, mientras miro la puesta de sol y sorbo un último vaso de vino que me calienta la sangre, y la memoria, que ésta, que la memoria, es lo que me diferencia del loro que canta y salta, como sus antepasados, de palo en palo, de rama, en rama, en su jaula.

A veces la memoria te inunda de nostalgia. Y de dolor. 

Tú lo buscas. Y pones en el ordenador los grandes éxitos de los Bee Gees. 

Mientras lees los periódicos en papel. Y, también, los digitales, y rememoras, al calor de la memoria del símbolo de aquellos años, qué fue de todos aquellos sueños.


Sí, tú votaste por primera vez a Adolfo Suárez. Aunque por aquella fiebre enloquecida de tu primera juventud, rápidamente lo arrumbaras al establishment establecido, nunca mejor dicho, de aquello que se consumía en segundos y que te impulsaba hacia las orillas marginales y siempre verdes, de las riberas de unos sueños de izquierda, que descansaban a la orilla de la ribera de lo imposible.

Pero nunca olvidaste sus ojos. De él. De ella. De la libertad.

De lo mejor de tus propios pensamientos. De esos ideales, ingenuos, que tenían más que ver con un paraíso bucólico y angelical, que con tus propias fuerzas y esfuerzos. Ni qué decir que con las fuerzas dominantes que configuraban un espacio tan lejano
de tus sueños. 

Así que los Bee Gees te traen hoy toda aquella música, toda aquella esencia. 

Dicen que cada generación tiene su espacio. Y su responsabilidad.

Lo que recibimos fueron kilos de sueños. Y de hipotecas. Como cada generación. Que nadie se quede solo con una de las partes. Eso no sería justo.

Pero hoy solo quiero compartir los sueños. Tal vez era solo que éramos más jóvenes. Y más buenos. Eso es mucho decir. Eramos tan solo más jóvenes. 

Vaya por eso. Por los Bee Gees. 

Hoy siento eso tan agridulce de haber conseguido muchas cosas. Aunque otras se hayan quedado para después. Para los más jóvenes. Para nuestros herederos.

Por eso me emociono cuando me entero de la muerte de Suárez.

Era mucho más fácil cuando él vivía.

Cuando ellos estaban detrás. Y llevaban la carga.

Ahora solo estamos nosotros.

Con nuestros sueños y nuestra hipotecas. Con la música de los Bee Gees.

Y con la mirada de nuestros hijos.

Que no sabemos interpretar.

¿Qué les dejamos?

https://www.youtube.com/watch?v=pMT1cCD5EHs