JUVENTUD.
El otro día revolviendo unas cajas en el trastero me encontré
con una foto que hacía siglos que no veía. Debía yo tener entonces veintipocos
y recuerdo que me la hizo un fotógrafo ambulante en un cafetín literario de
Lisboa. Ya escribía yo algo por aquella época y, desde luego, sentía en mi
interior la inquietud literaria.
Decía John
MIlton que "La juventud anuncia al hombre como la mañana al día".
Nada me gustaría más que en mi caso, como cada uno en el suyo, esa profecía se haya cumplido, claro.
Repasando
lo que he escrito, muchos años más tarde, sobre la juventud rescato este
párrafo de "El día que fuimos dioses"
"¡Qué felices éramos! ¡Qué felices fuimos sin apenas yo
saberlo! El amor es como la juventud, que cuando la tienes apenas reparas en
ella y en tu inconsciencia puedes hacer las mayores tonterías del mundo. La
juventud es como el amor que, cuando se va, sigues oliendo su fragancia durante
mucho tiempo, aunque el amor ya no siga allí. Debe ser la oquedad de su
presencia que un día nos inundó de esa dicha tan normal entonces y tan preciada
ahora..."
Supongo que aparte de intentar sentirnos jóvenes por dentro
siempre, la nostalgia de aquellos años siempre también nos reconforta, al menos
momentáneamente, de todo el tiempo consumido ya.