Vuelto de vacaciones en los madriles,
echado en mi hamaca favorita de la terraza, releo “Los mares del Sur”, del
maestro Vázquez Moltalbán, un premio planeta que tiene el mérito de mostrarnos
cómo estos lejanos y exóticos mares pueden estar en cualquier esquina, en el
trayecto de un autobús o en la memoria de cualquier cama perdida, manchada de
sudor y de sueños.
Yo estuve una vez allí, hace años, e
inclusive les dediqué algún poema, como este Mar de Tasmania, que recojo en mi
antología “Poesía, vida mía”.
Porque esa es la magia de los libros, que nos hacen viajar sin maletas y sin virus, allá donde nuestra
imaginación y unas buenas páginas nos trasporten.
Sí, todavía queda verano. Para leer y para
viajar seguro. Los libros pueden ser una buena forma en estos últimos días:
MAR
DE TASMANIA
Cuando tú bajes,
en nuestra cama,
las persianas de
tus párpados cansados,
yo descorreré
aquí, en el fin del mundo,
el visillo de la
luz que inunda los espejos,
verdes y azules,
de los Mares del
Sur.
Y, cuando tú ya no
gobiernes tus pensamientos,
yo pintaré en
ellos
la suavidad de las
colinas onduladas
de la Isla de la
Nube Blanca.
Te susurraré
entonces, al oído,
la dulzura de las
leyendas maoríes
de los Guardianes
del Sueño.
Aquellos que
inoculaban en la mente de su amada
el antídoto contra
el desamor y el olvido,
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