viernes, 27 de mayo de 2022

 







ESE MOMENTO (Para "Mil palabras para envejecer bien")


No sabe cuándo empezó el proceso. O, al menos, cuándo se dio cuenta él. Tal vez fue aquella mañana en la que se miró al espejo y se observó aquellas ojeras tan remarcadas. O aquella otra en la que la piel de la cara se le mostró áspera tras afeitarse, inclusive tras aplicarse el “after shave”. O quizás fue aquella tarde en la que un joven se levantó del asiento del metro y lo miró, cargado él con una bolsa grande eso sí, y él miró a su vez para atrás, y atrás ya no había nadie.

O a lo mejor cuando se dio cuenta fue cuando notó que le trataban muchas veces de usted o que le cedían el paso al entrar y salir por las puertas de los establecimientos… Pero hubo un momento definitivo en que él empezó a dudar, a no tenerlo claro, a pensar si los demás ya le clasificaban en esa última categoría: la de viejo, a la que él se resistía, como gato panza arriba, en entrar…



LOS AMORES IDÍLICOS Y LOS AMORES DEL DÍA A DÍA (Para "Lejos del sauce curvo")

Germán se sienta al ordenador como todas las mañanas. Sabe que su vida mana en aquellos regatos de su adolescencia y primera juventud. Qué gran suerte haber encontrado el otro día en el trastero aquel viejo diario, precisamente cuando sus recuerdos ya se agotaban.

Algún día, cuando su mente se aclare, lleva unas mañanas en que se le juntan en la cabeza muchas cosas, escribirá de aquel caos que habitaba también en su mente de chaval por aquella época. De aquel caos referido a las chicas de su edad: a las diosas que reinaban en su imaginación y en su ilusión de las que él se prendaba en cuerpo y alma, más bien lo segundo, porque lo primero se perdía en la distancia infinita, pero también a las chicas normales y corrientes que le rodeaban en el día a día y que quizás, algunas de ellas al menos, también se prendaban de él mientras que él se perdía en los sueños e idealizaciones futuras con sus diosas del olimpo.

"Hoy después de diez días, vuelta con María José. Es una mujer enorme. La empiezo a apreciar en lo que vale. Hoy, Pablo, ella, Maricarmen y yo hemos estado en una cafetería y hemos charlado un poco de todo. Jamás la había visto hablar sobre cosas serias y formales. Me ha sorprendido. Nos ha hecho pasar un rato muy, muy agradable. Yo también he estado cariñoso con ella. Vamos a seguir viéndonos los sábados y los domingos, me propongo no hacerle ninguna faena. Tampoco, como me ha recomendado Merche –pasa dos noches en casa con mi hermana–, voy a mirar por el porvenir, dice Merche que somos unos críos".

"Otra vez María José, puede que no esté loco por ella, pero vale lo que pesa. El domingo en Latins, con Ángel y Loli (la delgadita de Sigüenza, qué coincidencia), me sorprendió. Tiene una capacidad enorme de "integración social" con las personas que no conoce. Puso todo de su parte para que pasáramos una tarde buena".

Germán piensa en María José, a la que no ha vuelto a ver desde aquella época, desde que lo dejaron unos meses más tarde. Aunque sí que se vieron, recuerda ahora, vivaz, Germán, pero fue algo fugaz, fugaz y definitivo. Él ya estaba terminando la carrera, tendría pues unos 21 o 22 e iba a casa de un compañero a preparar un examen. Fue en la calle Bravo Murillo, la calle donde vivía su amigo, pero que estaba de punta a punta de donde vivía, al menos en aquella época, María José. Él iba solo caminando y pensando en su examen. De repente levantó la cabeza y la vio. Iba de la mano de un chico algo mayor que ellos y rubio, le sorprendió lo de rubio, recordó que entonces no le gustaban los chicos que no fueran morenos como él. Fue tan rápido que se cruzaron en un santiamén, él más bien boquiabierto. Pasados unos segundos, Germán volvió la cabeza y allí estaba ella, que también la había vuelto, se cruzaron unas breves sonrisas, como un sincero homenaje a aquellos meses en que compartieron camino en la vida. Y ya nada más. Solo el recuerdo y aquellas fotos que, cuando rompieron, ambos acordaron en conservar.

Hoy piensa Germán, cuando su mente se lo permite, que toda su vida amorosa fue como una circunferencia, un largo recorrido curvo para volver al inicio. Su Clara del alma, la mujer de su vida, bien podría haber sido aquella primera, llamada María José. ¡Ambas le resultan hoy tan parecidas! ¡Con un núcleo, con una esencia tan similar!

Podría haberse enamorado perdidamente de María José, pero no se lo permitieron las diosas del Olimpo. El amor idealizado, el amor platónico, tiene una fuerza descomunal y más en los primeros años.

Un poco más adelante, entre las siguientes páginas de aquel viejo diario, Germán encuentra una carta que nunca fue remitida, menos mal, piensa hoy, Germán. Una carta que narra un amor romántico y literario, un amor que por aquel momento salió ganador en la mente de aquel muchacho.