jueves, 9 de octubre de 2025

DÍA EN EL ROSARIO

Nos lo propusieron mis cuñados y fue un día espléndido. Yo había estado muchas veces en las fiestas de agosto del pueblo de mi mujer, pero nunca en la Virgen del Rosario, su fiesta más doméstica y entrañable.

Yo le tengo gran cariño a El Villar de Sobrepeña, un pueblecito colgado del Ayuntamiento de Sepúlveda. Me enamoraron sus agrestes paisajes que rodean a las Hoces del Duratón, ese cañón que nada tiene que envidiar al del Colorado, que visitamos el pasado año, solo que este último es más americano, quiere decirse mucho más grande. Y, por supuesto, su famoso asado de cordero, que es el mejor del mundo, como lo es el de cabrito de Guadalajara.

Tanto es así que le dediqué el escenario principal de mi primera novela "El día que fuimos dioses", eso que esta era de ambiente internacional y localizada en exóticos y lejanos países. O, mejor dicho, se la dediqué a mi mujer que, aunque ella siempre dice que apenas hizo que nacer en estos parajes, yo, que la conozco bien, tiene incluso más de segoviana que yo de escritor, que ya es decir.

Tras un viaje de conversaciones chisposas, disfrutamos de una misa recoleta y entrañable en la Iglesia de la Virgen del Rosario, tan doméstica como una íntima ermita.

Ya al finalizar, cuando los fieles miran a la Virgen y cada uno piensa en su interior qué ha de agradecerle o pedirle, yo, de repente, lo tuve muy claro. Lo que más me cautivó cuando conocí a mi chica, hace ya más de 38 años, fue su permanente y cálida sonrisa. Tengo que agradecerle a su Virgen que nunca me haya abandonado, siempre luminosa a mi lado, y solo quisiera pedirle que ella siga conservándola y que yo sepa alimentarla por todos los días que nos queden. 

Quise capturar para siempre su sonrisa en este día del Rosario, pero soy un desastre, un despistado de tomo y lomo y tuve que pedirle a ella su teléfono móvil para grabarla, yo me lo había dejado en Madrid. No le dije para qué, solo que quería un breve recuerdo de este día. 

Según la grababa en unos cuantos planos, antes de que la gente abandonara la iglesia, me di cuenta que era la misma sonrisa que me había enamorado aquel primer día que la conocí. Porque su sonrisa es ella. Y, afortunadamente para mí, sigue siendo ella. 

He buscado entre algunas cintas que tenemos ya digitalizadas de hace 35 años, o más, el resto están a la espera de que alguien se ocupe de ellas, y he compuesto este videoclip que a mí me llena de cariño y de alegría.

Muchas gracias, Virgen del Rosario. Era la primera vez que venía, pero me ha sentado bien. ¡Prometo regresar! Nunca olvidaré esa procesión única, con casi todo el pueblo formando en dos hileras delante de su imagen y bailando en su honor, mientras se recorren el pueblo empleando casi dos horas en ello. Yo, salvo los minutos que estuve grabando, me empleé a fondo, como un segoviano más.

Y, muchas gracias, mi musa y mi todo, por recordarme que el tiempo no pasa, sino que lo llevamos siempre con nosotros. ¡Porque así sea! ¡Siempre juntos!

Ahí va el videoclip: https://youtu.be/NeFRk5QYSY4