Treinta mil jornadas es el
tiempo que dura una vida. Parecen muchas. Comparadas con qué: también son treinta
mil, las olas que se cuentan, batiendo las dormidas playas, en sólo tres días.
Con un poco de suerte el
pequeño niño que ha nacido hoy podrá recorrerlas. Al principio, a gatas y, al
final, agarrándose a sus recuerdos.
Una vida humana. Treinta mil
jornadas. Todos los días se apagan treinta mil estrellas. Y no pasa nada. Pero
quedan sus huecos en el cielo. Y en tu mirada.
Tú y tu reloj. Suerte. Mientras
el tiempo y las olas baten sus alas.
Francisco Rodríguez Tejedor/ Para el blog www.eldiaquefuimosdioses.blogspot.com