Hemos venido a pasar el
inicio del año a estas bellas e históricas islas. Hacía algún tiempo que, por
la edad de los hijos, no hacíamos un viaje de este tipo. Así que ha sido enriquecedor
y reparador. Ojalá se repita.
Pero, por lo que traigo
aquí este post, es por sus connotaciones
literarias: ha nacido en Malta el firme
compromiso, irrevocable diría yo, entre mis dos hijos y yo, de ponernos ya a
ello y escribir, a seis manos, un libro que versará sobre los hombres y mujeres
visionarios, emprendedores, cambiadores del mundo, es decir, jóvenes en el
amplio sentido de la palabra, no solo de edad.
Y qué mejor, para mí,
que escribirlo con ellos que tienen la friolera de 25 y 19 añitos. Anticipo,
eso sí, controversias y rifirrafes varios, conflictos generacionales y
distintos puntos de vista. Espero que su
madre, la reina de la casa, con la inteligencia que la caracteriza sepa
canalizarlos y balancearlos adecuadamente.
Así que, a partir del
próximo lunes, me pongo a cumplir nuestra peculiar “orden de Malta”. Si a partir de entonces se me nota como un
poco más rejuvenecido, o qué se yo, con algo más de vitalidad y empuje, o solo más soñador e ilusionado, toda la
explicación habrá que buscarla, no en píldoras ni potingues al uso, sino solo en el
contacto con un tema tan apasionante y, sobre todo, con compañeros
de escritura tan especiales, ¡Dios me coja confesado!