domingo, 8 de octubre de 2023

UN BOLO INOLVIDABLE CON LA GRAN ESCRITORA INMA CHACÓN


 


Me llamó mi viejo amigo, profesor y contertulio Javier de la Nava: "Hemos nombrado libro del mes de noviembre a "Lejos del Sauce Curvo" y este mes de octubre, que abrimos curso, viene Inma Chacón a hablarnos de su última novela "El cuarto de la plancha". ¿Qué te parece si para ir abriendo boca con tu novela nos ayudas a presentar en nuestra Asociación Cultural a Inma Chacón?".

No hago muchos bolos de escritor, sobre todo si hay que salir de Madrid, siempre ando falto de tiempo y pienso que, hoy en día, a través de las redes sociales puedo mantener un buen contacto con mis lectores y se puede llegar a más gente. Pero en este caso no me podía negar. Hice bien, porque este bolo, que hicimos el pasado jueves en El Espinar de Segovia, va a ser inolvidable en mi memoria. ¡Me lo temo! Vamos a ello.

Debido a unas obras en la calzada, empecé llegando tarde a la casa de Inma Chacón, pero mi amigo Javier de la Nava todavía se retrasó más e Inma, que bajó muy guapa, remató con otro retraso adicional. Así que salimos justitos de tiempo para llegar a El Espinar a las siete de la tarde.  Javier me decía, somos muy puntuales en la Asociación, cinco minutos de cortesía como mucho. Así que yo que conducía mi coche me peleaba con el tráfico infernal que había a esa hora a la salida de Madrid.

La cosa había empezado mal por la mañana, se me complicó y apenas tuve tiempo para pergeñar la presentación que tenía que hacer sobre Inma Chacón y su novela que acababa de terminar de leer. Bueno, me dije, en el coche trato de no hablar y pienso un poco en ella y, como iremos bien de tiempo, la repaso al llegar.

Entre el denso tráfico y que hilamos un tema de conversación fascinante: inventamos entre los tres la teoría de que la falta de vocabulario de los jóvenes de hoy, llevaba a un pensamiento escueto y ramplón, que se convertía en caldo de cultivo del populismo para sus mensajes simplistas e instintivos, llegamos a El Espinar a las 6,55. Se bajaron Inma y Javier y una persona del Espinar vino a acompañarme a aparcar, ¡casi a medio kilómetro! Cuando entré a la Asociación, donde había lleno a rebosar, ya me esperaban como agua de mayo.

En fin, bebí un poco de agua y me arranqué con la biografía de Inma, que es muy buena gente y, sobre todo, una gran escritora de la literatura española, finalista del Planeta, y autora de media docena de grandes novelas aclamadas por la crítica y el público. Eso me lo sabía de memoria. Bebí otro trago de agua y me arranqué con lo difícil, hablar de la novela "El cuarto de la plancha", una maravilla que todos los presentes se habían leído ya. Mi papel garabateado descansaba en la mesa, pero ya no me daba tiempo a mirarlo. Así que tiré de improvisación y, sobre todo, de corazón. A mí siempre me cuesta hablar en público, aunque luego me dicen que lo hago muy bien, ¡toma nísperos! Cuando terminé me dieron un largo aplauso. Le pregunté a Inma: "¿Qué tal?" "Me ha encantado, me dijo, y, además, sin papel, qué tío". Luego los presentes preguntaron a Inma todo lo que se les ocurrió sobre la novela. Inma es una escritora entrañable y el público lo pasó fenomenal. El acto fue un éxito.

En el cóctel posterior, yo ya muy relajado me tomé varias cervezas, se me acercó uno de los asistentes y me dio la alegría de la noche: "¿Sabes que esta primavera me fui a conocer Sacecorbo? ¡Quería saber cómo era de verdad El Sauce Curvo de tu libro!" (Yo había estado hacía algunos años presentando en esta misma asociación mi novela "Memorias del Sauce Curvo"). "Estoy como loco por leer la nueva, "Lejos del Sauce Curvo"”. A veces Dios se apiada de nosotros en nuestros días negros y nos ofrece, a los humildes escritores como yo, perlas como esta que me enorgullecen a mí y a mi pueblo.

Inma se me acercó: "Paco, mañana tengo otro bolo en mi tierra, querría llegar pronto a Madrid". Así que nos despedimos de todos y volvimos, ya los dos solos, Javier se quedó en su casa del Espinar, a Madrid. Por un momento me dirigí al baño a descargar las cervezas pero se me acercó otro lector, vi los ojos de Inma más allá y regresé con ella.

El viaje de vuelta se nos pasó volando. Agarramos el tema de: ¿qué hay más allá de la muerte?, donde Inma y yo tenemos posiciones antagónicas y estuvimos peleándonos hasta la entrada de Madrid, sin pensar en otra cosa. Allí, mientras cogía la M-30 y cerrábamos la discusión, recibí el primer aviso. Y el último. Las varias cervezas del cóctel me avisaban con urgencia que querían salir. Estuve valorando la situación: la premura de Inma en llegar, la dificultad de salir del túnel del Manzanares y mi resistencia.

Iba al límite de lo permitido pero el coche pareciera que no se movía. Empecé a pensar que no iba a poder llegar a la casa de Inma. Mientras ella me hablaba de que su hija pequeña, actriz, había roto con el novio y se había instalado de nuevo en su casa, toda una experiencia que daría para una novela, me decía, yo me apretaba discretamente la entrepierna y me devanaba dónde ir. Me acordé de una gasolinera que estaba justo en la salida de Costa Rica, cerca de mi casa y allí me encaminé. El GPS, con la dirección de Inma en su memoria, me corregía: gire a su izquierda. Inma me dijo: "Paco, es a la izquierda". Se lo tuve que contar, claro. Ella me dijo: "¿Estás seguro que allí hay baño?”. No  le contesté, hablar no me sentaba bien para mi problema. Ya me tocaba entre las piernas sin ninguna discreción, mientras Inma, muy inteligente, hablaba ella sola, tratando de distraerme: "Hacía cuánto que no nos veíamos, Paco, yo creo que unos seis años, ¿no? Pues hoy te he visto inclusive más joven que entonces, me tienes que dar el teléfono de esa dietista tuya con la que has adelgazado tanto". Yo sabia que, a su modo, trataba de darme ánimos.

Llegamos al desvío de Costa Rica y lo tomé, se veía la gasolinera a doscientos metros. Aquello fue la puntilla. Mi organismo a la vista de tan próximo remedio decidió acelerar su presión. No podía más. A riesgo de hacérmelo encima frené de repente en la curva de entrada a la Plaza José María Soler. A la derecha de la calzada, cercados por una valla, había unos árboles, su sombra me protegería algo y si no, me daba igual, con tal de salir de aquel suplicio. Inma se quedó con cara de pasmo en el coche y, justo detrás de él, descargué aquellas cervezas sobre los árboles, menos mal que no venía casi nadie, bueno, es decir, lo hice tan rápido que solo pasaron dos coches con unas chicas jóvenes que se quedaron mirando por la ventanilla.

Regresé al coche azorado. ¡Qué vergüenza, lo había hecho delante, digo detrás, de aquella insigne escritora, que además provenía de una familia aristocrática! Entré en él con la cabeza baja, pero allí  me esperaba la dulce sonrisa de Inma. "No te quejes, que has encontrado unos árboles, a mí me pasó en Lanzarote sobre un camello. Era después de comer, en una excursión y me ocurrió como a ti, se me pasó ir al baño. Me tuve que bajar del camello, no veas cómo se mueve el animal, y hacerlo en pleno desierto, a la vista de todos, porque allí no hay absolutamente nada tras lo que guarecerse". Ah, el consuelo de Inma, una mujer dulce e inteligente como pocas.

Llegamos a su casa. "Ves por qué no me gusta esto de los bolos, le dije, luego pasan estas cosas y encima no escribo". "Ah, Paco, ahora sé que eres un escritor auténtico, como yo, porque tienes necesidad de escribir cada día, ¿verdad?". "Sí, le contesté, como el respirar". Me miró con cariño: "Me ha gustado mucho lo que has dicho de mí en la presentación, que creo mundos literarios, donde el lector entra y vive en ellos como un personaje más, y aprende, aprende a cómo ser feliz, o, si ya lo es, a serlo todavía más y por más tiempo. Nunca me había dicho nadie algo tan bonito". "Es la verdad. Me lo dijiste tú la última vez que nos vimos", le contesté. "Si es que tengo una cabeza... Anda, dame el teléfono de tu dietista".... me pidió mientras la noche se dormía a la puerta de su casa. Salimos del coche y nos despedimos hasta la próxima. El próximo bolo. Hasta entonces, en el recuerdo, la sonrisa de Inma.

No dejes de leer mi última novela  "Lejos del Sauce Curvo", te lo pasarás bien:  amzn.to/3EweRMr