miércoles, 27 de diciembre de 2023

NAVIDAD EN ALTEA

 



Han sido unos días de descanso dichosos. En este tiempo, nos contagiamos de ese espíritu navideño que saca de nosotros lo mejor de nosotros mismos.

La noche de Nochebuena fuimos a la Misa del Gallo a la parroquia de San José, en el vecino Alfaz del Pi. Había un coro, con una orquestina de guitarras, entrañable y conmovedor. La gente cantaba con ganas. Al cura principal le ayudaba otro sacerdote, que podría jugar al baloncesto, sin duda, debía medir cerca de dos metros. Luego nos enteramos que era alemán y estaba de paso, el alba y la casulla, prestadas, le quedaban por la pantorrilla. Al terminar nos dijo el cura: “Hoy ha venido más gente que ningún año, para celebrarlo os invito a chocolate, que he hecho yo mismo, ¡vamos, amigos, ya es Navidad!”.

Así que nos fuimos a la sala de la catequesis, llena de dibujos infantiles en las paredes. Nos sentimos más jóvenes allí. El chocolate nos lo servía con un cazo el propio cura y nos daba un trozo de un bizcocho, delicioso. Aprovechamos para hablar con el cura alemán. Casi no sabía español, nos dijo que estaba en una especie de intercambio, él venía seis meses a España y un cura de España iba otros seis a Alemania, a su iglesia protestante. Había venido con su mujer y sus hijos, de hecho llevaba el anillo de casado en un dedo de la mano. Otro milagro de la Navidad, pensé. Ese hermanamiento impensable hace años en religiones cercanas y, sin embargo, enemigas íntimas.

Al día siguiente, fuimos a comer a un conocido restaurante de la Plaza de la Catedral de Altea, El Café de los Artistas. Antes de llegar, unos ingeniosos aprendices de paparazzi nos robaron a mi mujer y a mí una foto, sin que nos diéramos cuenta. Uno se acercó, con ella impresa en un símil de papel de periódico. Le eché un rápido vistazo y sonreí. “Podríamos hacerles otra a toda la familia, miró a nuestros hijos que nos acompañaban, en un posado como Dios manda, aquí, en el mirador.”

Nos miramos entre nosotros. “Es la voluntad, señor. ¡Vamos, es Navidad!”, nos animó. ¡Cómo no ser generoso con ellos, pensamos nosotros, es Navidad!

El mirador y el mediodía, sobre las playas de Altea y de El Albir, con su impertérrito faro al fondo, nos lo agradecieron con esa luz que todavía conservamos en nuestra retina. ¡Es Navidad!

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