miércoles, 2 de marzo de 2022

LITERATURA CLANDESTINA (II)

 



PLENITUD

¿Será la felicidad esta plenitud de encontrar cada cosa en su sitio? El niño, abajo, jugando, tú escribes en la terraza mientras lo observas con sus amigos en el jardín, cómo flirtean con la tarde, infantil e infinita.  Esperas a la mujer que amas para después irte a pasear la ciudad nocturna y hablar con ella de los frutos del día, que cuelgan hoy de un cielo de luces, generoso y hospitalario. Las plantas, recién regadas, crecen silenciosamente. Y la fragancia de la primavera lo inunda todo de expansión, de eclosión, de color y de dicha. ¿Hasta cuándo durará?


SUEÑOS DE ESCRITOR

Hoy ha soñado con un viejo escritor que duerme en un banco del parque. Siempre lleva un mazo de cuartillas cosidas malamente por dos viejas anillas. Se lo han encontrado muerto esta mañana los jardineros. El joven escritor cree haberlo oído en la radio o tal vez solo lo ha imaginado en el fulgor de sus sueños, mientras vuelan sus cuartillas por el aire llenas de sonetos inconclusos. A él le gustaría morir un día así, no le interesan millones de lectores, sino solo el corazón de esa muchacha que se embriaga con dos metáforas y luego, tal vez, es capaz de mirar un poco más lejos de donde solía. Sí, morir un día en el parque, solo, abrazado a sus letras, bajo las estrellas...


OBSERVADOR

Escribo en la calle viendo a la gente pasar, que es como verte a ti mismo un millón de veces pero sin las limitaciones de una sola forma, de una sola persona. Los miro, ese apresurado ejecutivo con su PDA en la mano, ese adolescente que besa mil veces a su novia sin cansarse ni aburrirse jamás, ese viejo en el banco, sentado al primer sol de esta primavera, tal vez es la última... Y me observo a mí mismo que, visto desde fuera, soy como un jugador que no juega, como alguien que casi se sale por un lado del cuadro que el pintor, ¿qué pintor?, pinta...


APUNTES

¿Por qué nos empeñamos en sacar cubos de tristeza de ese pozo donde un día vertimos tantas lágrimas?


Nunca como entonces acercamos nuestras bocas a la fuente suave y fresca de los besos.


Me acerco al mar para escuchar con las olas el latido de mi corazón.


Eres como un torete en celo...


El arroyo donde bebe la valentía...


El escritor se levanta. Hoy la cabeza le pesa toneladas, tanto que apenas puede mantenerla erguida. Rápidamente recompone su figura: hay que escribir siempre de buen humor, mirando un poco por encima del hombro a la literatura y a la vida...