lunes, 28 de marzo de 2022

LITERATURA CLANDESTINA (IV)




Es curioso que uno de los años cargados con más presente, como este, es, al mismo tiempo, donde el pasado aparece con más brío e insistencia. Hace unas semanas encontré los primeros papeles de esta literatura clandestina, hace solo unos días el vídeo de hace diez años de Embajador del BBVA y, justamente ayer, tropecé con un diario que yo llevé cuando tenía 17 años.

Ahora lo recuerdo perfectamente. Lo inicié justo el día que cumplía los diecisiete, el dos de febrero de 1974, aprovechando un regalo de una pluma Parker de mi hermana por mi cumpleaños. Ocupaba dos cuadernos Ancla de muelle y duró, más o menos, hasta la primavera de 1975. Digo, más o menos, porque no hubo una fecha precisa de finalización, sino que fui espaciando mis anotaciones, dejando de ser un diario, hasta que se extinguieron totalmente a lo largo de dicha primavera.

Solo he encontrado el segundo cuaderno, pero el primero aparecerá también, no debe andar lejos. Los que no tiramos nada, siempre hallamos, aunque sea cuando el destino o la casualidad quieran.

Me pregunto hoy por qué empecé yo a escribir este diario. Porque las cosas no ocurren porque sí. Siempre hay una raíz que las hace que ocurran. 

Y es que aquel año fue muy especial. Vine a Madrid con mi familia, tras seis años en el internado de Sigüenza, para hacer COU en un colegio nuevo, ya en la capital, y prepararme para la universidad, a la que me incorporaría precisamente a final de ese año. También puse los cimientos de mi carrera profesional: por la mañana iba a la academia de banca Cima en la Puerta del Sol para prepararme las oposiciones para entrar en algún banco. Lo cual conseguí, a la segunda, en el antiguo Banco de Bilbao a mediados de ese año.

Colegio nuevo, incorporación al mundo laboral, entrada a la universidad, aclimatación y nuevos amigos en Madrid de un chico de pueblo como yo, convivencia con mis padres con los que prácticamente no había estado en media docena de años, fin de la adolescencia con sus dudas y conflictos, amores platónicos y románticos en la distancia que peleaban con las chicas que me rodeaban día a día, agonía y fin del franquismo... En fin, un buen cacao.

Por eso creo yo que escribí este diario. A alguien tenía que contar todo lo que me estaba pasando. Y, ahora, un placer muy grande tener la oportunidad de leerlo, medio siglo más tarde, con más, mucho más, de media vida en el zurrón, con sus luces y sus sombras, pero queriéndome quedar, ¡cómo no!, con las luces.

Hay de todo en él, yo creo que también literatura, literatura clandestina. Porque, cada vez me doy más cuenta, la literatura ha sido para mí también un parapeto para la supervivencia. Y más, en momentos difíciles como aquellos.

Literaturizar la vida es endulzarla o, quizás, todavía más, hacerla papilla para que se trague mejor. Para que no se indigeste. Para hacerla más atractiva de lo que es. Más hermosa, más glamurosa... Y más trascendente... ¡Literatura, vida mía!

Rescataré de este diario adolescente algunos extractos para este diario adulto, literario y personal, que es este blog. Al que también considero, modestamente, un servicio público, una dedicación a mis lectores. 

Así que, mezclado con otras cosas interesantes del hoy, rescataré aquello que sea relevante, ¡y publicable!, del ayer. Porque la única manera de preparar el presente es aprovecharnos del tiempo que ya vivimos antes.

Por otra parte, siempre he pensado que el pasado, si no hace bien al presente, lo mejor es dejarlo dormir en paz. Tengo también en cuenta que, inclusive, en los documentos secretos oficiales hay un plazo en el que dejan de serlo. Cincuenta años está bien. Es un plazo razonable para verlo todo con perspectiva y sin que moleste a nadie. No obstante, si es necesario, cambiaré los nombres del resto de protagonistas que me rodearon en aquel tiempo y me envolveré, aún más, con la discreción que siempre llevo conmigo.

Con todos estos preámbulos ya lanzados al aire, dejo la pasión de revivir este tiempo para un próximo capítulo de "Literatura clandestina". ¡Es tiempo de recuerdos!