viernes, 8 de abril de 2022

UN ANIVERSARIO LITERARIO

 





Te escribo, como cantaba Serrat en su famosa canción dedicada a su esposa, por halagarte y para que se sepa, que me parecen dos de los más bellos e importantes motivos para hacerlo. Pero, también, escribo para mí, para recordarte a ti, todavía más, y para revivir otra vez algo de todo el tiempo que llevamos juntos.

Hace ahora treinta y cinco primaveras que te hice la primera foto con mi cámara. Esa que conservaba en mi mesilla, a la que yo miraba por última vez antes de apagar la luz e irme a dormir, mientras apostaba por ti, por nosotros, por tener tu sonrisa siempre a mi lado. Nunca había visto el parque del Retiro tan bonito, ni nunca lo veré, salvo cuando vuelvo contigo.






Recuerdo también nuestro primer viaje por tu tierra, por las Hoces del Duratón y sus impresionantes desfiladeros. Con aquel vestido rojo que me encantaba y tu alegría que me inundaba de dicha. El fotógrafo no nos sacó una parte de nuestras cabezas. Intuía que no las necesitábamos. Solo queríamos sentir, vivir aquellos días mágicos e inolvidables. Muchos años más tarde, también como un homenaje a ti, situé allí la escena cumbre de mi novela "El día que fuimos dioses", una historia que, formalmente, no era la nuestra pero que sí recogía, absolutamente, el espíritu de aquel tiempo que fue el nuestro, en el que nos conocíamos, en el que nos disfrutábamos, en el que nos ilusionábamos, en el que fuimos como dioses. El día que fuimos dioses...





Ya de novios íbamos a charlar de nuestras cosas a aquellos pubs de Rosales, de las Vistillas... Donde tú no parabas de hablar y de reír. Siempre me ha gustado escucharte, absorber la alegría de tus palabras que es inmensa cuando estás contenta, que es casi siempre. A veces, te detenías y se hacía un silencio, como si pasara un ángel, te abrazabas a mí y me susurrabas: "Dime cosas bonitas...".

Y eso es lo que hago, escribirte cosas bonitas. Para mí es fácil, porque voy al almacén de mis recuerdos y tengo las estanterías llenas de ellas. O abro nuestro álbum de fotos y me encuentro con tu belleza sin igual, como la de aquel día en que nos prometimos amor para siempre. Promesa que, a pesar del largo camino juntos y de las muchas curvas que hemos transitado ya, no hemos dejado de cumplir, ¡nunca!

Va por nosotros. Por ti y por mí. Por aquel tiempo y por el que nos queda. ¡Gracias por todo ello, por estar a mi lado, siempre, de corazón!