sábado, 24 de mayo de 2014

TERTULIAS





Una tertulia “es una reunión, informal y periódica, de gente interesada en un tema o en una rama concreta del arte, la ciencia o la filosofía, para debatir e informarse, o compartir y contrastar ideas y opiniones”.
A mí, claro es, me gustan las tertulias literarias que son, por otra parte, aquellas en las que uno, modestamente, tiene algo que aportar.
El martes pasado me invitaron a una en el Café Este-Oeste, en pleno barrio castizo de Malasaña, en Madrid.
Cuando yo tengo que ir a hablar a algún sitio de  mi obra y, en el fondo, de mi vida, siento una excitación extraña. Una mezcla de efervescencia y pudor, como el que supongo que siente alguien a quien se invita a que se desnude en público.
Tengo que agradecer a Justo Sotelo y a Santiago Martínez, los creadores de esta entrañable tertulia, la ambientación, la atmósfera y el juego de luces, cálidos y confortables, para que uno se sienta como en su propia casa.


Tal vez porque a mí me gusta la acepción de la tertulia, que se manejaba cuando se inventó:
"Junta voluntaria o congreso de los discretos para discurrir en alguna materia"
La discreción, la educación, el saber estar, son unos buenos prolegómenos para que la desnudez, timorata al principio, se produzca e inclusive arrastre a la de otros contertulios. Y entonces, sin ropajes, acabe brillando la verdad de cada cual, desnuda y sin tapujos.
El tiempo se nos quedó corto. Y habrá una segunda parte el próximo día 10, para hablar no solamente de palabras, sino de imágenes. Las del séptimo arte.
Allí estaremos  practicando el juego de la reunión, del encuentro y del intercambio. ¡Benditas tertulias!

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viernes, 16 de mayo de 2014

QUIEN ERES TU



Yo sé que, de vez en cuando, te preguntas cosas que a nadie cuentas. 
Quiero decir, a parte de a ti mismo.
E indagas entre tus recuerdos
Como buscando ese alguien especial que sabes que tú eres.
Aunque, a veces, nadie te lo diga.
Ni tú mismo estés seguro de si eso es así.

Y todos los sueños te inundan de golpe
Todo lo que tú imaginaste que podías llegar a ser.
El horizonte, la dorada lontananza, de tu cumbre soñada.
Ahora bañado de lágrimas de frustración y de distancia.

Sí, buscas entre tu pasado, los cimientos,
Las palancas donde apoyarte, para dar el salto
Que te lleve al lugar donde tus sueños te esperan.
Y tú salgas de la mediocridad, que crees que te rodea
Del tiempo gris de la tristeza.
Lleno de pena y de decadencia.









Hasta que encuentras la dulce inocencia
Del comienzo.
El recuerdo del primer paraíso.
Aquel aire fresco y puro, sin contaminación alguna.
Donde estaba lo mejor de ti mismo. Y de los demás.
Un mundo bien hecho. Que te esperaba. Y, tal vez, sigue haciéndolo.

Y, de repente, el viento de cola de todas tus ilusiones te empuja hacia allá.
Ya sabes tú que el mundo no es perfecto.
Tú tampoco lo eres.
Pero tus sueños sí los son.
Y tus recuerdos también.

Hay un pasillo entre el horizonte y el sendero.
Entre los sueños y la tozuda realidad.
Y tú tienes tu camino.
Y tu fuerza.
Para convertir los unos en los otros.
Los límites donde llegaste
Las fronteras donde tú pudieras llegar.

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viernes, 2 de mayo de 2014

MUSICA




Tal vez sea la música. Y sus compases que nos unen con los resortes ancestrales, íntimos, irresistibles, de la atracción mutua. De la juventud y de la alegría.

Tal vez sea la noche. Que difumina los contornos de las cosas. De nosotros mismos. Hasta hacernos más tenues, más difusos. Fundiéndonos en las sombras donde la ruleta del casino reparte las cartas de la vida. Y del amor.

Y el saxo reverbera por los ángulos, llenos de sombras y de un aroma entre el alcohol y el fuego que crepita, de ese espacio que nos acerca.






Tal vez seas tú. Que pones letra, en mis ojos y en mi corazón, a ese solo lánguido y eterno de guitarra, que busca sus compases entre tu pelo.

Tal vez sea yo. Que navego, de nuevo, por las ondas de la noche, persiguiendo esa estela misteriosa de la música. Plena de ecos, de resonancias.

Sí, tal vez sea solo la música. Que nos llama. Que me llama. Golpeando con sus nudillos inocentes y eternos en las entretelas del corazón.

Mientras la noche, y su misterio, llenan de sombras, y de un ritmo dulce y cansado a la vez, ese tiempo cadencioso, interminable, eterno, que es el necesario reverso de tantos lúcidos momentos del día.

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