domingo, 25 de enero de 2015

EL ENIGMA DE RANIA ROBERTS



EL ENIGMA DE RANIA ROBERTS
De Javier Bernal – Editorial Suma de Letras 2014.

“Un  excelente thriller, bien construido y resuelto con eficacia”

Ya dijo Virginia Wolf en 1924 que una buena novela es aquella que le hace a uno pensar o sentir.  De ambas cosas tiene este “Enigma de Rania Roberts”.  Yo añadiría por mi cuenta que, además, debe entretener, enganchar como se dice ahora,  y formar, o informar,  en algún aspecto desconocido o atrayente para el lector que, antes de su lectura, desconocía o conocía poco.

El lector encontrará en esta novela  además de una trama concienzuda sobre el siempre poliédrico y  conflictivo escenario del Próximo Oriente,  una serie de interesantísimas  bifurcaciones que te adentran en vericuetos que van desde el glamour de los altos ejecutivos de las finanzas neoyorkinas, hasta el mundo de las grandes cadenas de televisión, pasando por el de los bajos y lúgubres fondos ligados a la extorsión y el narcotráfico o al abyecto y terrorífico subterráneo donde los sicópatas organizan y ejecutan sus macabros planes y dan rienda suelta a sus distorsionados apetitos.

En todas estas variadísimas atmósferas se desenvuelve con naturalidad Javier Bernal, siempre bien documentado, informado y vivido, a través de su vasta experiencia internacional, llegando incluso a la excelencia en algunos descripciones o detalles vinculados sobre todo al ambiente de las altas finanzas neoyorkinas, con sus glamourosas connotaciones con el mundo de la moda o de la alta cocina.



A mí lo que más me ha sorprendido de esta interesantísima primera novela de Javier Bernal es su equilibrio. En una primera obra, y encima tan extensa, sorprende de verdad la solidez narrativa del autor, su ajuste siempre a una estructura novelística que parece planificada por  un urbanista y ejecutada con rigor absoluto por un delineante de primera.

Su lenguaje es claro y conciso. Ordenado, preciso y fácil de seguir. Con pocas concesiones a manierismos y segundas lecturas. Ahí Javier Bernal gana mucho, porque es un lenguaje que no molesta a nadie y llega fácil al gran público. Quizá puede perder algo en la intensidad y dramatismo que, aunque lo tiene sin duda, a veces no parece   llegar a  redondear en la cima algunos de  los momentos álgidos  de situaciones muy crudas y terribles que se dan en la novela.

Los diálogos fluyen con naturalidad y resultan creíbles, así como los personajes.  Quizá pudiera decirse de ellos lo mismo que respecto del lenguaje de la obra. Están muy logrados en general, aunque quizá pudiera pensarse  en elevar sus aristas en algunas situaciones dramáticas o sentimentales. Pero eso chocaría con el equilibrio con el que Javier Bernal ha dotado a su novela y que en conjunto, y cuando el lector la termina, valora más que la eventual profundidad de los dientes de sierra  de los momentos álgidos.

En cuanto a la trama, a mí me ha parecido amenísima, muy variada, que te engancha desde el primer momento, y que te zarandea con subtramas y giros que te llevan en volandas de un sospechoso a otro, mientras por el camino te vas curtiendo y empapando con la fina lluvia de cultura, internacionalidad y conocimientos de todo tipo que desprende el buen hacer narrativo de Javier Bernal.

A mí lo que más me ha gustado ha sido el ambiente nocturno de los jóvenes ejecutivos de Nueva York, donde he disfrutado como si realmente estuviera allí mismo y el último tercio de la novela donde se anudan y desanudan todas las tramas que, a mi entender, está resuelto con mucha maestría  e inteligencia. La última escena, volviendo al mundo de las finanzas, me parece genial, envolviendo de un sentido circular y perenne el sentido de la vida y la firmeza y resistencia de los últimos resortes, que no cambian ni parece vayan a cambiar fácilmente, sobre los que se asientan algunos de los más importantes poderes en el mundo.

Y cuando terminas su lectura, te queda en el paladar el bouquet de los buenos vinos, de las buenas obras de arte: bien pensadas, construidas con mimo, generosidad y esfuerzo y resueltas con maestría.  No me extrañaría que esta historia saltara al cine. Tiene buenos mimbres para ello.

Hoy brindo por “El enigma de Rania Roberts”, a la que deseo larga vida y mucho éxito. Aunque estos deseos ya son una realidad bien cimentada al día de hoy. Por lo que mi brindis tiene algo también de celebración y de alegría, con la que me uno a la de Javier Bernal, compañero y amigo en el mundo de las finanzas, y escritor potente que dejará huella. Si no al tiempo.

Francisco Rodríguez Tejedor.

Escrito para “El blog de Francisco Rodríguez Tejedor”. Y también para Facebook y Linkedin.