domingo, 25 de junio de 2017

INTERMITENTE LUZ




    


¿Cómo eran aquellos versos
que escribí aquella tarde?

  Cuando sientas
la brisa suave

  Cuando el cielo total
nos cubra
con su capa

   Cuando respires hondo
el aire
  Y no lleguen a tus labios
las palabras.

   Entonces,
en esos momentos de lenta
y pura esencia
sentirás mi cálido aliento
rozando
leve
tu oreja.

    Será breve y tembloroso
Y solo te anunciará,
gozoso,
la intermitente luz
de mi presencia.

   Estos versos, como otros muchos, aparecieron
en este blog. Hoy llegamos a las 75000 visitas. Y lo celebramos regalando el libro
PASSIO. Pídelo por mail a francisco.rodrigueztejedor@gmail.com o inscríbete en la web: 





miércoles, 21 de junio de 2017

UNA SOÑADORA INDEPENDIENTE Y CREATIVA



BEATRIZ BODEGAS, PRODUCTORA DE CINE, SOÑADORA INDEPENDIENTE Y CREATIVA.

Hoy hemos entrevistado para el libro “Soñadores”, en este caso “Soñadoras”,  a Beatriz Bodegas, flamante y vigente Premio Goya a la mejor película  del último año : “Tarde para la ira”.

Yo confieso de antemano que a mi todos los soñadores, emprendedores, creadores y aventureros relacionados con el arte,  me tocan de lleno. Debe ser la influencia de un tío abuelo y  mentor que tuve de niño y que me decía: “El arte, no lo olvides nunca, Paquito,  es la búsqueda de la excelencia,  de la parte más espiritual y trascendente de la que es capaz el ser humano”.

Yo, a estas alturas, no sabría decir si esto es así: he conocido a gente interesantísima y valiosísima en otros apartados. Todo lo bueno es alimento provechoso para el ser humano, que es, por otra parte, animal, dicen que racional, insaciable de todo lo que alimente su espíritu y su cuerpo de la trascendencia de los dioses que es lo único que, aparentemente , le falta a su naturaleza caduca.

Beatriz Bodegas aúna en una sola persona el doble alma que, quizá, también anida en el que escribe: una mente con el rigor infalible de los números y de los contratos ajustados a derecho, junto con una corazón que se inflama con una historia que conmueve, que hace sentir, que te remueve por dentro y que te hace, en esencia, ser mejor, o conocer mejor el mundo, o tus propios sentimientos, o los de los demás. Es decir, cine en estado puro. O literatura. O  arte, en definitiva.

Ella dice que le prima más el corazón, que vibra porque le gusta lo que hace: conseguir que  nazca una película que, para mí, es como hacer nacer una flor, de belleza sin igual pero, ay, efímera, bella  y delicada como pocas cosas  en esta vida.

Una soñadora, sin embargo, con los pies en la tierra. Que se lanzó a soñar por cuenta propia solo cuando contaba  con un bagaje de experiencia  de muchísimos años en Canal+ y en una de las grandes: Warner Bros.  Pero que sigue conservando, a mi juicio, el amor por la artesanía, por la independencia. Por la creatividad, que le aleja de los fríos números y de un enfoque exclusivamente mercantilista.

Es una de las últimas entrevistas  que completan, en número de 25, las que nos hemos fijado para el libro “Soñadores”. Será, sin duda, una buena mentora para todos aquellos que están dándole vueltas a su vocación, que apunta tanto al arte, como a la consistencia y fiabilidad de un proyecto en el que se comprometerán más de cien personas, para que otras levanten su cabeza de la rutina diaria y miren al cielo. Y sueñen con otras vidas. Con otras historias. Y se transporten, en su imaginación, sin riesgo alguno, al paraíso donde se viven  los sueños.








NOTA DE  NUEVO LIBRO EDITORIAL:  En tanto sale el nuevo libro de "Soñadores", podéis disfrutar de la nueva edición de "Los mejores 101 momentos de amor... y de desamor". Por campaña de verano, los que descarguen este libro en Amazon o cualquier plataforma digital, recibirán el nuevo libro inédito del autor: "PASSIO" (De pasión).  Enviar email al respecto a : nuevolibroeditorial@gmail.com. O directamente al autor: francisco.rodrigueztejedor@gmail.com


jueves, 15 de junio de 2017

UNIVERSO FEMENINO





UNIVERSO FEMENINO

«Mirar a los ojos a una mujer, me dices mientras esparces tu mirada por el cielo estrellado de este verano, es como asomarte al brocal de un pozo. Tiemblas de miedo ante la profundidad y la intimidad de tan reducido espacio. Qué pasaría si perdieras el control. Y cayeras a lo hondo. Allí donde no hay posibilidad de recorrer sino las distancias cortas».

La atracción, y por tanto, el miedo a lo femenino no tiene límites. Eso ha sido así desde siempre. Y, quizá, por ello, ese ansia histórica de dominio de la mujer. Que no es sino un escudo defensivo para vencer el miedo. El vértigo a la intimidad, a la comunión con lo diferente, a dejarse apresar por los lazos del abrazo.

El hombre se defiende, sin embargo, tendiendo al chapuzón ligero, en lago plano, sin riesgo, y cada vez en aguas diferentes, buscando ese estremecimiento momentáneo del contacto con el agua fresca.

Tal vez para no enfrentarse a su destino: la profundidad de las aguas que empiezan a cinco metros del brocal del pozo y no terminan nunca, si miras hacia adentro.

Yo miro el cielo estrellado y me encuentro inerme ante él. Como ante los ojos de una mujer. De una mujer que te gusta y te atrae, claro. El eterno femenino. Cosas que no cambian, ni cambiarán.

Como este verano. Que es igual que todos los veranos. Que nos ofrece, de nuevo, un cielo estrellado, lleno de profundidad y de misterio.

Bajo su capa dos amigos hablan de lo que no saben. Aunque les gustaría saberlo. Mientras descorchan una botella de vino que les calienta la sangre. E incrementa la hermandad masculina, que es como una alianza de hierro. que les protege o, eso piensan, de la atracción del pozo. De ese mundo subterráneo y profundo que espera cuando la botella se termina.

Aunque, mientras se acaba, sólo existen los lagos de postales suizas. De esas aguas transparentes y calmas, donde es imposible ahogarse de pie.



 Del libro: "Los mejores 101 momentos de amor"
En digital y en papel en: goo.gl/vm1qPs


viernes, 9 de junio de 2017

A VUELTAS CON EL AMOR



En el día de hoy se publica la segunda edición de mi libro: "Los mejores 101 momentos de amor...y de desamor", y esta es la nota que he incluido en el libro para rememorarlo. Larga vida a este libro y, sobre todo, al sentimiento que lo sustenta que no tiene, afortunadamente, fecha de caducidad.

NOTA A LA SEGUNDA EDICIÓN

       Me alegro mucho del éxito de este texto, tan alejado de una comercialidad inmediata,  que llega ahora a su segunda edición, más una tercera que se está preparando en el formato de audiolibro.

     Tal vez su mérito y su originalidad sean ese recorrido ordenado que presenta por todas las fases del amor y del desamor.

     Y, quizá, más aún, su mayor valor sea su enfoque lleno de autenticidad y sencillez alejado tanto del ensayo científico, como de la pretenciosidad y del artificio.

     Porque no hay mejor forma para enseñar, para aprender, para recordar, para soñar, que mostrar este ramillete de experiencias vitales, este manojillo de gozos y dolores y que cada uno extraiga de él la flor, el perfume, la herida,  la cicatriz, la nostalgia o la esperanza que más le convenga.

      De todas las reseñas y críticas que ha recibido me quedo con la de Lenka Press: “Léanlo, es más que beneficioso para la salud”. Si es así, eso es lo que más me gratifica.



       Y unas palabras finales sobre ese gran monumento al desamor que  fue la película “Victorita, Victorita…” que se recorrió medio mundo y que sigue estremeciendo a mucha gente, como a mí mismo, que he vuelto a verla para escribir estas líneas. Espero que el que no la haya visto se sorprenda y, más aún, pueda reflexionar hasta donde puede llegar el dolor y la ilusión de este sentimiento que es el más importante que tenemos.



En Amazon (digital o papel impreso):  https://www.amazon.es/Los-Mejores-Momentos-Amor-Desamor-ebook/dp/B071P6WTKY/ref=sr_1_1?ie=UTF8&qid=1497021196&sr=8-1&keywords=los+mejores+101+momentos+de+amor






martes, 6 de junio de 2017

HONG KONG, HONG KONG...



     Hoy he comprado los billetes. Será a mediados de julio, en plena estación de las lluvias. Como antes, como siempre... Aunque ya hacía ocho años que no iba. ¡Cuánto ha llovido ya desde entonces...! Cuando escribía desde allí...


 


Llueve sobre la isla de Xianggang, a la que también llaman Hong Kong, llueve y llueve sobre el estuario del Río de las Perlas, llueve sin cesar sobre su bonito nombre, las perlas evocan a las personas la belleza, pero las perlas nacen del sufrimiento. Llueve sobre el dolor de los moluscos, de las ostras ancestrales que en las profundidades de las aguas van recubriendo de nácar, en silencio y con dolor, ese objeto extraño que las hiere, que ha penetrado haciendo estragos en su interior, en su vida. A lo mejor la vida de los moluscos es como la vida de los hombres, que crían en su interior los más bonitos tesoros a partir del dolor y del sufrimiento.
Llueve sin parar sobre la Tierra de los Nueve Dragones, a la que también llaman Kowloon, llueve sobre sus barcazas en las que echan raíces los nenúfares de la miseria, llueve sin misericordia sobre los hombres que viven en ellas, que orinan directamente sobre el mar y duermen acunados por la zozobra de su oleaje, llueve y llueve sin fin sobre aquellos que nunca encontraron la tierra firme bajo sus pies.
     Llueve sin descanso sobre el pico de Lantao, que es la montaña más alta en muchas millas a la redonda y llueve también en el pico de la Victoria, la victoria de unos siempre supone así mismo la derrota de otros, desde el pico de la Victoria se domina toda la isla de Xianggang, a la que también llaman Hong Kong, y las aguas de la lluvia bajan rápidas por sus torrenteras hasta el mar, sin apenas detenerse. Dicen que siempre llueve donde hace falta. No es verdad, no es verdad. Las tierras de estos contornos no aman a la lluvia, no se dejan penetrar por ella porque no tienen capa freática en el subsuelo y entonces el agua se desliza sobre ellas sin fertilizarlas. Son como moluscos, como ostras que cierran sus conchas a cal y canto para que nadie penetre en su interior y así evitar el dolor y el sufrimiento. Con el dolor y el sufrimiento a veces se conforman las mejores perlas, de infinitas capas de nácar, que luego lucen en el esbelto cuello de las mujeres hermosas, o simplemente ricas.
Llueve como siempre, como toda la vida, en el barrio de Wan Chai, llueve sobre sus discotecas y sobre sus bares, llueve sobre sus karaokes, llueve sobre las muchachas filipinas, sobre las jóvenes de la China continental, llueve sobre las chicas de Tailandia, de Vietnam, de Laos, de Birmania o de Camboya, llueve sobre sus sueños rotos, sobre sus monederos vacíos, sobre sus cigarrillos y sus ojeras de la madrugada. A veces un blanco se encapricha de alguna, a veces un amarillo aburrido busca un último aliciente para pasar la noche y a la muchacha le brillan los ojos de una manera especial cuando se suben juntos a la limusina que les llevará a Victoria Peak, desde donde se divisa toda la bahía y también Kowloon, la Tierra de los Nueve Dragones. A lo mejor a la muchacha le esperan caprichos extraños, tormentos indecibles, pero nunca olvidará la vista de la bahía, las luces de los rascacielos, a través de los visillos de la habitación de una mansión desde la que se toca el cielo, desde la que puede mirar, desde arriba, el barrio de Wan Chai que amanece, a sus pies, entre la lluvia.
     Llueve sobre las islas de Cheung Chao, de Lamma, de Lantau y de Peng Chau, llueve sobre las islas de Tung Lung, de Chep Lak Nok y de Po Toi. Llueve sobre la vida sencilla de los pescadores, sobre sus redes remendadas una y otra vez, llueve sobre los rotos de sus almas que no se zurcen jamás. Llueve sobre el templo centenario de Man Mo y llueve sobre los hijos de Dios que claman consuelo y compañía desde que el mundo es mundo. Llueve sobre las fiestas del pueblo llano, que pone unos nombres hermosos a esos señalados días, llueve sobre la fiesta de la luna llena, sobre las fiestas de las doncellas, también sobre la fiesta de las linternas y del nuevo año chino, llueve y llueve sobre la fiesta de los paños, también llamada de la abundancia, llueve sobre la fiesta de las barcas dragón que conmemoran la honradez y el heroísmo de Qu Yuan y llueve también sobre la fiesta de Tin Hau que provee de abundantes peces.
Llueve sobre el Hotel Península, con diez Rolls Royce aparcados en su puerta, o tal vez más, llueve sobre sus discotecas y restaurantes, donde los hombres socios del Jacky Club o del Z Association Club of Hong Kong, exhiben a sus mujeres que compiten entre sí por el brillo de sus joyas. En los urinarios del Restaurante Felix, estos hombres se bajan la cremallera y mojan con toda la fuerza que pueden el cristal que una cortina de agua recorre sin cesar. Mientras descargan en él todo su poder pueden contemplar, a través de la cristalera, y enfrente de ellos, el skyline de la ciudad, las luces de sus rascacielos, el ferry que va y viene entre Hong Kong y Kowloon, el rizado de las aguas y la lluvia que llueve y llueve como siempre, como toda la vida. Ellos lo saben y por un momento se sienten felices, pero sobre todo seguros. Las cosas son como son, como siempre han sido y como siempre serán. A veces sienten un miedo difícil de explicar y vuelven la cabeza hacia atrás. Pero nadie los sigue, los hombres del pueblo llano siguen siendo un dócil rebaño. Así que respiran hondo y se suben la cremallera con parsimonia, sus guardaespaldas por si acaso están al otro lado de la puerta armados hasta los dientes.

Llueve en estos contornos desde que el mundo es mundo, llueve a capricho desde que existen los monzones, que nacieron en el lugar donde nace el viento, muchos años antes que los hombres. Llueve sobre la salud y la enfermedad, sobre el ying y el yang que son los polos opuestos que gobiernan la energía de la vida, llueve sobre los hombres y las mujeres, sobre la luz y la oscuridad, sobre el Sol y sobre la Luna, sobre el bien y sobre el mal, llueve así desde el principio de los tiempos, llueve sin fin y sin remedio, llueve desde entonces, llueve y llueve sin descanso hasta el juicio final.

De la novela "El día que fuimos dioses":goo.gl/pHwL4X