domingo, 21 de abril de 2013

EN LA CARRETERA/DIAS DE CINE




EN LA CARRETERA

On the Road / DIAS DE CINE.

 Vamos más allá. Hasta que alcancemos el paraíso.  Eso es la juventud. Ir más allá. Hasta encontrar no el paraíso. Sino a ti mismo.  Esta magnífica película trata de eso.
Y de amistades entrañables. Y de amores perros. Te querré siempre. Eso dice el protagonista. También San Pedro prometió y negó. Muchas veces.
La traición en la juventud te rompe el alma.
Todo ello aderezado por un jazz de primera. El auténtico de los cincuenta. Coches de época. Para atravesar de costa a costa la América profunda. Oyendo música en el coche y fumando hierba. Cruzando paisajes  que no tienen fin. Como la energía de esos años.
¿No ves que de mayor se te apilan  los problemas? Lo mejor es no tener cabeza. Solo sentir, disfrutar y experimentar.
Hay un punto en la juventud de no retorno. En cualquier juventud creo yo.  Si te pasas de él te quedas colgado. Como el niño que espera a los Reyes Magos cuando los demás están ya en otra cosa.
Pero ocurre. Como al protagonista de esta historia.  Ser eternamente joven es un problema. Porque los demás maduran y se ponen a otra cosa.
Y queda entonces una tristeza  profunda e irreparable. Y el sabor entre dulce y amargo de aquellos años que uno se empeña en repetir.

 http://www.youtube.com/watch?v=yYpn8Qlic9A

miércoles, 17 de abril de 2013

FELICIDAD.




FELICIDAD.

Nadie sabe la fórmula. La de cada uno, quiero decir. Pero el dicho popular no debe andar muy descaminado: Un mucho de amor, un pellizquito de dinero, que siempre  viene bien, sobre todo para cubrir las necesidades básicas,  y ser afortunado en la salud, ese termómetro del bienestar más fundamental.
Pero,  ¿qué puede hacer uno para ser feliz? Ahí está la madre del cordero.  Si el amor viene y va, según dice la canción. Y el dinero más que venir, se va últimamente, sin retorno… Y qué decir de la salud, una cuestión de los genes, que uno recibe, o hereda, o qué se yo…
¿No han conocido ustedes a gente feliz sin nada? O, mejor dicho, aparentemente sin nada. Con una salud de mierda, sin un duro y, aparentemente, más solos que la una.
Yo, que no soy especial, a varias.  ¿Y ustedes? Y no dejo de reflexionar en ello. Porque uno va persiguiendo, como la mayoría, las zanahorias que nos acerca el destino:  buscando ese amor definitivo, inclusive estrujando como a una naranja el que tienes al lado desde hace años, para extraer el mejor zumo, o devanándote la cabeza en progresar y progresar, ya no sabe uno hacia dónde y por qué,  o moldeándote tu salud con las mejores pócimas inventadas y por inventar.
Y, a veces, como hoy, escuchas una canción,  que te desarma por dentro porque solo te invita a hacer eso que tanto buscas y no sabes como: Sé feliz.
Sean felices. A mí me lo hizo esta canción por unos momentos. Mañana será otro día. Y habrá que seguir persiguiendo el sueño de la felicidad.  Tal vez porque ser felices es buscarlo con todas tus fuerzas. Y como dicen de la inspiración en los escritores que, cuando llegue, te encuentre trabajando. Y yo añadiría: A ser posible ligero de equipaje.

sábado, 6 de abril de 2013

LOS MEJORES DIAS DE TU VIDA








     LOS MEJORES DIAS DE TU VIDA.

     Cuando llegan, una alegría honda te inunda por dentro. O, tal vez, sea solo esa paz, esa sensación íntima de bienestar,  que te reconcilia con el mundo,.

      Esa culminación de los momentos redondos, que son como una sinfonía de colores, que pinta tu retina.  De fragancias,  que te llenan los pulmones cuando respiras. Y, entonces, te sientes tan ligero que podrías volar por un espacio lleno de luces, de estrellas, tan alto que  serías capaz de ver  el mundo entero de golpe, y comprenderlo y amarlo con todas tus fuerzas.

     Debe ser que, de vez en cuando, se junta, de golpe, todo lo bueno que hay en ti.  Y arrinconas las dudas y los miedos en una trastienda  a la que desarmas luego conectándote al enchufe de la claridad,  y de la esperanza,  del nuevo día.

     O, tal vez,  es que dan fruto, de golpe también, todos los esfuerzos de tanto tiempo, y  florecen como los almendros, y se llenan de espuma, todos esos interminables páramos interiores de tantos días de desdichas y sufrimientos.

    Y entonces, una sensación de agradecimiento sin límites, de confort interior te invade y apagas la luz y sientes las sábanas de una suavidad misteriosa  y mágica.  Mientras cierras los ojos y te duermes como un bendito, acunando en tu interior estos momentos  inolvidables, pleno de felicidad, de gozo.

    Y, en ese instante, en la frontera que separa la vigilia del mundo de los sueños, un estremecimiento  te recorre la espalda, como una culebrina, anunciándote que has llegado al clímax. A lo más alto.

     O, tal vez, ay, sea solo, esa pequeña preocupación, que entra por una esquina del paisaje, y que va sembrando en ti, mientras tiemblas entre la profunda alegría y el incipiente miedo, la semilla del temor,  de la duda, de que esta plenitud, esta magia,
esta borrachera placentera,  se convierta  con el paso de los días,  en dulce  y a la vez triste resaca.

    En ese tipo de recuerdos,  que también te aleccionan, de que una vez lo tuviste. Aunque lo perdieras. De que es posible.  De que esos días maravillosos , los mejores de tu vida,  si los buscas con paciencia, volverán de nuevo.

lunes, 1 de abril de 2013

FRAGANCIAS





Vas a casa de tu madre. Donde tu naciste . Y, de repente, te envuelven cien aromas que creías olvidados. Esos muebles que te rejuvenecen por dentro, esa fragancia que descansa dormida, intemporal, en los armarios, en los rincones. La atmósfera cerrada, envolvente, tierna y ya, ay , callada, para siempre, de tu niñez. Recorres las habitaciones y cuando abres las puertas recibes esa bocanada de aire cargada de aromas, de fragancias de recuerdos que parece que todavía viven allí. Y viven. Eres tú el extraño que apareces en su mundo.
Cuando terminas el recorrido vuelve la tristeza. Ya sabías que ocurriría. Tu madre ya no está. Y su oquedad la llena también un aroma especial, único y entrañable. Porque ella, en el fondo, sigue estando allí. Esperando en aquel mundo que una vez os unió.
Tal vez la vida es solo una sucesión de presencias. Como la que tu dejaste en aquel primer amor de penumbras y de caricias. O de las sucesivas ilusiones que han llenado tu existencia.
Al final queda el aroma, esa fragancia íntima por donde pasaste tú y que es la última esencia que queda de tu devenir.
Por eso, si respiras hondo te sientes tan bien. Y llevas a tu interior todos esos aromas de los que por allí pasaron antes que tú. Esa fragancia universal y conjunta que enriquece la vida de los que se incorporan a ella. Y, por ello, se llenan de una alegría tan honda y de una tristeza tan inexplicable, como la que tienen los niños que ríen y lloran sin saber todavía por qué.


http://www.youtube.com/watch?v=xbq9O0uD2jI