domingo, 17 de noviembre de 2013

PÁGINAS ROTAS DEL DIARIO DE UN ESCRITOR.




PÁGINAS ROTAS DEL DIARIO DE  UN ESCRITOR




Al escritor nadie le dice cuándo tiene que escribir y mucho menos lo que tiene que escribir. Las cosas que tiene que decir ya las dirá cuando llegue su tiempo, porque el tiempo es el mejor amigo del escritor. El tiempo va cincelando lenta, pero concienzudamente, los personajes que el escritor se inventa. Aunque él no lo sabe, son los trozos de su alma rota, que él se esfuerza en zurcir, sin remedio, aunque tal vez con esperanza.

Cuando el escritor coge su pluma ya nada ni nadie podrá detenerlo jamás. Es su destino el que lo llama de una forma inapelable e inexorable. A lo mejor es que ya tiene su alma repleta de amargura, o de serenidad, o, tal vez, de ansiedad y locura, de gozo y bienestar profundo, pero, en cualquier caso, a ese potrillo que le ha crecido en su interior ya no lo puede sujetar más y mucho menos domar. ¿No oyes desde fuera sus relinchos?

El escritor abre entonces la puerta del establo, o eso cree él al menos, y sale afuera el caballo alazán, que ya no potrillo. Sale trotando, alegre, a pisar las flores de la pradera y a dormir libre bajo la luna, a pastar la hierba fresca y tierna de las umbrías y a montar las grupas agrestes y cálidas de las yeguas.

El escritor lo ve marchar entonces, tal vez con el corazón henchido de gran orgullo o, tal vez, con la nostalgia de la irreparable pérdida. No es verdad, no es verdad. Solo es pura ilusión o, quizá, la dulce inocencia. ¿No lo ves acaso tú, cómplice lector, de jinete en su montura, con las riendas rotas y perdiéndose en el horizonte de la colina?

Porque el destino del escritor es ofrecer su verdad al mundo, relinchar libre y desnudo en la pradera. Hasta que un día lo mate el rayo, o lo descabalgue el miedo, la muerte lenta o la locura. Pero aún quedará entonces el eco de su voz, que retumbará por entre los personajes que todavía le sobrevivan. Aún quedarán, en la hierba, esas gotas de rocío, ese hilillo de sangre que conduce hasta donde él abreva.

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martes, 12 de noviembre de 2013

EL ULTIMO BOLERO (PARA EL ALBUM: LITERATURA, VIDA MIA)



EL ULTIMO BOLERO: UNA GRAN NOVELA, HETERODOXA, SUGERENTE Y PROVOCATIVA.

Acabo de terminar de leer esta  novela de la escritora argentina, afincada en España, ELINA HEBE PRADO y todavía me estoy recuperando de este torrente de palabras, de voces, que te golpea desde el principio, como una lluvia de pedrisco, de la que no puedes escapar ni guarecerte.
Yo ya conocía otros textos de Elina de carácter más intimista y poético. Y siempre sintonicé con su música.  Pero los compases de este Bolero me han dejado impresionado, revuelto, impactado y, sobre todo, entusiasmado. Feliz de topar con una obra de la talla de ésta.
Un planteamiento, en principio ya manido, como la historia de amor entre un gigoló
y una ejecutiva, se convierte en las manos de Elina en una disección del mundo de la pareja: de sus miedos, prejuicios, inseguridades  y, también, heroicidades. En la búsqueda del valor de lo auténtico, de la recuperación de la inocencia,  de los ideales, de los sentimientos  que están en un mundo perdido,  perdido paraíso, del que los protagonistas, por diversos motivos fueron expulsados  al comienzo de sus vidas y que, a trancas y barrancas, luchan por recuperar.
Van cayendo las sucesivas capas de cebolla hasta mostrarnos la desnudez absoluta
de la soledad y fragilidad humanas. Y de las imposturas, disfraces y conveniencias con las que cada uno se cubre para ocultar sus propias vergüenzas.
No es una novela al uso. Los dos protagonistas intercambian el relato en primera persona, en un sucesivo juego de plano y contraplano, patio y esquina, a través del cual el lector tendrá siempre una visión ambivalente de los hechos pero, también, donde lo masculino y lo femenino, y sus contrastes y matices, se encuentran y desencuentran como un vaivén de barcas contiguas, que luchan por emparejarse y navegar acompasadas.
Hay también una disección de instantes, de momentos, de sensaciones,  en los que Elina congela el tiempo, lo retuerce, lo amplifica  a través de una nube de sinónimos, de antónimos, de compases de famosos boleros, que son la envoltura  que cubre la tersura compleja, rica, variadísima y sugestiva de este texto.
Lo mismo cabe decir de las voces:  una mezcolanza de lenguaje académico y culto con  casticismos, palabras de calle, tipismos, españoles, dominicanos, sudamericanos, anglicismos de dominio internacional, que ahonda en la sensación de lluvia universal, multirracial y multilingüe que nos empapa a todos, porque es de la naturaleza humana de lo que se habla.
A mí, como lector, me gustan las obras que me sumergen en un mundo nuevo, cerrado y diferente. Que tiene su propia atmósfera, su música, sus fragancias, sus acentos.. En este libro lo he encontrado.
Es un libro ambicioso que, por lo que explica la autora en una nota final, tardó muchos años en gestarse y que, por fin, ha podido ver la luz, de momento en edición digital, en Amazon.
Yo detecto un gran esfuerzo, una gran ambición en la escritora, que se vuelca en este libro ofreciendo, como digo, un torrente verbal riquísimo, plagado de pensamientos, reflexiones, disquisiciones,  citas de películas, letras de boleros, y otras músicas en un retablo complejo y a la vez ordenado, en el que parece sobresalir la propia voz de la autora, que se asoma por detrás de los principales personajes que, eso sí, quedan un  poco uniformados, doblegados por esa voz que los crea, los recrea, con el ímpetu irrefrenable de querer ofrecer lo mejor.
Un verdadero placer haber tenido la oportunidad de leer este libro de ELINA HEBE PRADO. Una obra importante, novedosa,  que a mí, también, como escritor me plantea nuevos retos,  nuevas formas y fronteras, para llevar más allá, como ella lo hace,  el arte de escribir.