lunes, 1 de abril de 2013

FRAGANCIAS





Vas a casa de tu madre. Donde tu naciste . Y, de repente, te envuelven cien aromas que creías olvidados. Esos muebles que te rejuvenecen por dentro, esa fragancia que descansa dormida, intemporal, en los armarios, en los rincones. La atmósfera cerrada, envolvente, tierna y ya, ay , callada, para siempre, de tu niñez. Recorres las habitaciones y cuando abres las puertas recibes esa bocanada de aire cargada de aromas, de fragancias de recuerdos que parece que todavía viven allí. Y viven. Eres tú el extraño que apareces en su mundo.
Cuando terminas el recorrido vuelve la tristeza. Ya sabías que ocurriría. Tu madre ya no está. Y su oquedad la llena también un aroma especial, único y entrañable. Porque ella, en el fondo, sigue estando allí. Esperando en aquel mundo que una vez os unió.
Tal vez la vida es solo una sucesión de presencias. Como la que tu dejaste en aquel primer amor de penumbras y de caricias. O de las sucesivas ilusiones que han llenado tu existencia.
Al final queda el aroma, esa fragancia íntima por donde pasaste tú y que es la última esencia que queda de tu devenir.
Por eso, si respiras hondo te sientes tan bien. Y llevas a tu interior todos esos aromas de los que por allí pasaron antes que tú. Esa fragancia universal y conjunta que enriquece la vida de los que se incorporan a ella. Y, por ello, se llenan de una alegría tan honda y de una tristeza tan inexplicable, como la que tienen los niños que ríen y lloran sin saber todavía por qué.


http://www.youtube.com/watch?v=xbq9O0uD2jI