jueves, 1 de noviembre de 2018

A LA ÚNICA PERSONA ÚNICA EN EL MUNDO











A LA ÚNICA PERSONA ÚNICA EN EL MUNDO


     Algún día, quizá cuando me sienta tan bueno como el mejor escritor del planeta pero, sobre todo,  cuando reúna las fuerzas suficientes para vencer este íntimo rubor  que protege todo ese universo que nos unió y nos une, te haré un libro entero solo para ti , el libro más hermoso del mundo.

     Allí explicaré, si aprendo a hacerlo,  todas esas cosas precisamente inexplicables, recónditas, profundas y trascendentales  que unen a un hijo con su madre: la única persona única en el universo.

    El otro día cuando fui a verte, a ti y a papá, te encontré algo triste. Y no es porque no sientas cerca la presencia de tus hijos, mi hermana y yo, que estamos todos los días  con vosotros. Sino porque supongo que piensas en cosas.

     -¿Cómo te sientes, mamá?
     -Bien, pero todo se acaba, se tiene que acabar… y es algo triste – me respondiste con una gran tranquilidad.
   -Pero si tienes que estar muy contenta –traté de animarte yo, de forma quizás no muy inteligente- Me han dicho que  en estos momentos eres la mujer más mayor de tu pueblo, tienes casi 94 años. Y papá es el segundo hombre…
       - Por eso, por eso… Anda, vamos a coger unas flores.

     De tu pueblo, y el mío, El Sauce Curvo, escribí yo un libro que está dedicado a mucha gente, entre otros a mí mismo y a mi infancia. Es una novela de ficción, pero nunca me atreví a poner nombres a los padres del niño protagonista, los únicos personajes que no lo tienen, por ese rubor del que hablo y porque quería recordaros siempre sin ningún intermediario.
     Allí cuento, sin apenas artificios literarios, un poco de aquel año especial que pasamos  los dos juntos, y solos, durmiendo en la misma cama, cuando nuestra familia se rompió como tantas otras en la época  de la emigración, hasta que nos reunimos todos de nuevo, ya en Madrid.
     De aquella unión tan fuerte entre los dos y en momentos tan difíciles, nos quedó a ambos una sensibilidad extrema, que está en la base de mi vocación literaria, y una resistencia sin límites ante cualquier adversidad…

     Así que  nos levantamos los dos y cortamos unas rosas de otoño, algunas hortensias medio marchitas y unos tallos de lavanda.  A ti siempre te gustaron mucho las flores y la libertad de los espacios abiertos.
-  Ya es suficiente. Ponlas  en un jarrón – me dijiste.
Luego, mientras me las dabas me miraste. Y las miraste.
-   Me estoy apagando, como lo harán ellas…
Se me hizo un nudo en la garganta.
     -Pero quedará todo lo que has hecho, tus recuerdos…
    -Sí, recuerdos, y luego nada, se los llevará el viento… - ahí encontré la raíz de tu tristeza.
    
    Y por ello, porque quiero rebelarme contra eso que dijiste, y por muchas cosas más, sé que escribiré un día un libro entero sobre ti, el libro más hermoso del mundo.  Aunque no lo publique.
     
     Solo será para que permanezca para siempre .
     Y recoja todo lo nuestro.
    Y de todas aquellas personas que te quieren.