jueves, 28 de diciembre de 2023

DÍAS DICHOSOS EN ALICANTE (2)

 

Al escritor le gusta mucho, cada vez más, venir a pasar unos días a esta casa de Alicante.  Se relaja y renueva en ella.  Es amigable, acogedora.  Está en una urbanización a mitad de camino de Altea, Alfaz del Pi y El Albir. Son unas casitas bajas de máximo dos alturas, unos bungalows, como dicen los ingleses, con una pradera a su alrededor, piscina, tenis y un club social para hacer barbacoas, celebrar cumpleaños y ver partidos de fútbol.

Al escritor, de todo esto, lo que más le gusta es la tranquilidad, el silencio que se respira por la noche, la silueta de los tejados rojos que ve desde su terraza (él vive en un segundo) y la escalera de montañas que se dibuja enfrente y que acompañan al promontorio del faro de El Albir. Esta ausencia de ascensores, de bloques altos agresivos, de tráfico, es lo que él busca. También, la sencillez de una casa escueta, con lo imprescindible para vivir. El escritor ha ido recargando su casa de Madrid, quizás porque nació y creció en una época de escasez. No le gusta tirar nada. Siempre encuentra, claro, pero, también, la presencia de tantos ornamentos, recuerdos, etc., no deja de agobiarle. Así que su mujer y él se juraron  que, en esta casa de vacaciones,  tendrían solo lo imprescindible. Y, quizás, piensa el escritor, ahí radica una de sus fuentes de la dicha que proporciona. 




No tienen internet, ni ordenador, ni teléfono, ni buzón, no lo abren, quiere uno decir. Una cama grande y cómoda, una ola brava y azul hecha de azulejos llenos de vida en el baño principal, una cocina pequeña y coqueta, un salón con lo justo y con un par de cuadros marinos, una habitación de invitados con su cuarto de baño y una terraza hermosa y espaciosa, eso es todo. Una escalerita exterior entrañable, de piedra, para subir a ella y unos arcos en la fachada completan su imagen. Todo muy sencillo, básico. La compraron hace unos años, para cuando sus hijos les dejaran para hacer su propia vida, un apartamento de pareja, para envejecer juntos. Con una estación de tren a cinco minutos, para cuando se les haga duro ir en coche desde Madrid. 

Casi siempre van solos, el escritor y su mujer y, algunas veces, sus hijos con sus parejas. Han cogido la costumbre de ir juntos los cuatro en Navidad, pero, probablemente, esto no dure. De ahí que estos días, padres e hijos de vacaciones, también hayan tenido un aroma de despedida. Por ello, todo ha sido humor, bromas y disfrutar de estar juntos.

El escritor sonríe al recordar los mensajes que se ponían en los cristales húmedos del coche. Ve una foto con el dirigido a su hijo  pequeño, inmerso en exámenes para el CFA y para el proceso de selección para hacer un MBA en una prestigiosa universidad europea. Tardará mucho en volver por aquí. Es la vida, y su  oleaje, piensa el escritor. 





Y ratos sencillos e inolvidables, desayunando por ejemplo, como éste que recoge este vídeo, que tras pedir permiso a su mujer, que es la discreción en persona, ilustra estas memorias literarias.

https://www.youtube.com/shorts/G8fg0kh9-i8

Momentos felices de vacaciones.

El escritor se pone nostálgico. La nostalgia acude a borbotones cuando se repasa una vida larga. Cuando la juventud se ve lejana, allá, casi en la vida de otra persona. Aquella que fuimos cuando éramos jóvenes.

El escritor se acuerda entonces de otro vídeo similar, mucho más largo, en aquella primera casa de vacaciones que tuvieron, mucho más grande. En Marbella. Aunque no era su casa, propiamente dicha, solo tenían quince días de aquel dúplex magnífico, que le compraron a la empresa del escritor cuando la crisis inmobiliaria de principios de los noventa hizo que muchos bancos e inmobiliarias vendieran sus inmuebles en aquel régimen de multipropiedad. Allí criaron a sus hijos, hasta que pudieron viajar con ellos. ¡Cuántos recuerdos! Con la venta de aquellas dos semanas, uno de los mejores negocios que el escritor ha hecho en su vida, dieron la entrada para otra que tuvieron cerca de Marbella, en Sotogrande, con unas vistas magníficas sobre Gibraltar y África. Y, por fin, esta, más recogida, más suya, piensa, para vivir, para envejecer juntos, se dice el escritor, hasta el final. 

A todos estos años, treinta y cinco, los une la cálida sonrisa y la vivacidad y alegría de los ojos de su chica, piensa el escritor. Ha merecido la pena. Ojalá continúen así muchos años más. En esta casita de Alicante.

https://www.youtube.com/watch?v=_l4gWXXlUqs

¡Cuánta nostalgia! Aunque todo se queda dentro, piensa, se reconforta, el escritor.

Decide entonces volver a recordar sus navidades de 2023. Había unos Reyes Magos entregando regalos en la Cala de Finestrat.... (continuará) (Para el proyecto Envejecer/ Regreso al Sauce Curvo).