Tras un primer lanzamiento, prometedor, de REGRESO AL SAUCE CURVO, este escritor deja los trastos tirados en el suelo y se va unos días a su cabaña de Alicante a oxigenarse y a ver el mar, que le relaja mucho.
Así que se olvida de todo y de todos, y huye con su mujer, como hace cada vez más a menudo,
del mundanal ruido.
Espera volver en cuatro o cinco días con las pilas puestas para retomar la agenda.
Aquí os dejo este VIAJE EN AUTOMÓVIL que escribí hace tiempo. No hay nada mejor que un viaje de vez en cuando para renovarse por dentro. Ahí va:
UN VIAJE EN AUTOMÓVIL
No hay nada más agradable que dejarse llevar. Como el agua del río, que discurre por el cauce a impulsos de inercia y de espuma. Como las nubes, cuyo destino es pasar, creando esas figuras gorditas, gigantes y, sobre todo, fugaces, que adornan por momentos el artesonado del cielo.
El automóvil corta el viento y separa el mundo en dos mitades: la tuya y la mía. O quizá, es sólo la cremallera que engarza nuestras dos realidades para siempre. Aunque nunca es para siempre, ¿verdad? Pero quién sabe.
Miro tu perfil mientras conduces. Tus manos firmes al volante, controlando nuestro destino. Las mismas que anoche se colgaban de mi cuello como alegres enredaderas. Tu pelo descansa tranquilo sobre tus hombros en ese elegante bucle. Yo sé que en la oscuridad es sólo un nido de susurros, un bosque cálido donde se pierde mi aliento. Y las nubes pasan, sí, son como un palio alto y hermoso, bajo cuya bóveda inocente nosotros paseamos nuestro amor. Hay un oleaje verde y dorado que acuna las orillas. Y, cuando cruzamos el río por el puente, un destello luminoso nos hace ese guiño que señala a los elegidos del momento, a los que pasan por allí. Y, sobre todo, a los que son capaces de verlo.
De repente suena en la radio una canción antiquísima que, curiosamente, habla sólo de hoy. Con esos acordes cadenciosos que se sobreponen al ruido del motor y que hacen que tú te gires y me dediques esa sonrisa, única en el mundo, «El día que me quieras...»
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Un viaje un poco más largo, a Arizona este verano. Aquí, junto a mi hijo al que echo de menos, está realizando un MBA en la London Business School, en el Gran Cañón del Colorado. ¡Ya queda menos para volver a vernos en Navidad!