Tal vez solo quede de nosotros lo que un día hicimos. Por nosotros mismos. Y por los que quisimos. La obra de nuestros desvelos. Aunque hayan sido surcos en el mar. O renglones escritos en la mente de quien nunca recuerda. Qué más da: Todas las vidas se pierden como agua entre las manos. Pero nuestro exhalado aliento perdurará enel aire que ahora otros respiran. Y el sentimiento, que un día llenó nuestro pecho, hará brotar ese puñado de margaritas, a las que no lograrán aprisionar los mármoles, ni las fechas caducas, de las lápidas que enmarcaron nuestro tiempo. Francisco Rodríguez Tejedor/www.eldiaquefuimosdioses.blogspot.com