miércoles, 20 de febrero de 2013

A TRAVES DEL CRISTAL (I)




Hoy entras en la ciudad después de un viaje de vacaciones. Es una suerte que no conduzcas el coche, así puedes esparcir tu mirada por las aceras, esos ríos por donde navega la vida, cada uno en su canoa. Y la velocidad hace que todas las fotos encadenadas de la gente que pasa conformen como una película de esa vida que palpita.

Puedes ver entre semáforo y semáforo al bebé en su cochecito, cómo se duerme al sol, sin que sea consciente de que ése será uno de los sueños más placidos de toda su vida. Unos pasos más adelante unos niños se persiguen entre risas y acelerones mientras la luz, que llega por entre las hojas de las acacias, dora su pelo con un brillo lleno de inocente alegría. Unos portales más allá dos adolescente se besan
como el torero espera al toro de rodillas en la puerta de chiqueros, entregando el alma al destino caprichoso e impredecible.

Y un chaval abre la puerta de un coche aparcado de mala manera. Sus amigos entran en él a continuación fumando y haciendo chistes. Ojalá la celebración de ese primer título oficial que es el carnet de conducir no acabe contra un árbol y todo quede en una experiencia primigenia llena de humo de tabaco, chicas con minifalda que pasan y la sangre en las venas acelerándose…

www.eldiaquefuimosdioses.blogspot.com/ Francisco Rodríguez Tejedor.