En “Memorias del Sauce Curvo” cuento la magia indescriptible que
me produjo visionar mi primera película exhibida contra la pared de yeso del
viejo salón municipal. Luego, en el internado de la SAFA de Sigüenza aquella
película que nos ponían los domingos en el salón de actos, suponía, sobre todo
durante el duro invierno, la única oportunidad de salir de aquellos recios
muros y viajar, imaginar, huir a otro sitio. Que eso es lo que significa, en
realidad, soñar.
De ahí, y de las miles de películas que he visto después arranca mi gran vocación al
cine, que no llega a la literaria pero
que pugna con ella.
Ahora ya no veo el cine solo desde fuera, como espectador, muy
asiduo, desde luego, sino también, modestamente, como participante de la fábrica
de los sueños que lo produce. Y, realmente hace falta ser un gran soñador para,
desde la perspectiva de un cine independiente, atreverse a sacar adelante un
proyecto en el mundo de hoy..
Y en esas estamos: el sábado presenté, auspiciado por la Comunidad
de Madrid y la SGAE, que eligieron un guión mío, “El 236 un mundo maravilloso”,
en el encuentro guionistas-productores de este año.
Fue muy bien, la verdad: el cortometraje, prácticamente, ya está
encaminado, dentro de los tiempos lentos de esta industria: podría rodarse a
mediados de 2019. Y el largometraje “Cinco Estremecimientos” fue muy bien
recibido y entraremos en conversaciones más profundas con las productoras
interesadas, para presentarlo a los concursos y subvenciones del año próximo.
Un sueño, como toda esta industria.
También participaré en la producción de un proyecto de mi amigo
Manuel Serrano y su productora “Tus ojos”, mucho más inmediato: se empieza a
rodar el próximo mes, entre España, Colombia y Angola. Una película sugestiva y
estimulante, al estilo de Boyhood, que narrará la vida real de 3 niños en estos
países que comienza a sus diez/doce años
y terminará a los 20. Se harán tres películas para cubrir todo este tiempo. Un
cine que cada vez me interesa más: divulgativo y educativo, un cine de valores,
destinado, no solamente a las pantallas, sino a las aulas de los colegios. La película se llamará con este nombre tan
bonito: “Conmigo vienen semillas de alegría”
Días de cine. Días de mucho trabajo. De muchos encuentros.
Sembrando semillas, que esperemos que florezcan en alguna próxima primavera.
Escrito para el blog de www.franciscorodrigueztejedor.com
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