LOS ÁNGELES
Ahora que L.A., como dicen los de allí, arde por los cuatro costados, me he acordado de uno de los primeros textos que escribí yo sobre esta mítica y soñada ciudad, hace ya bastantes años, y que se recogió en mi libro "Los mejores 101 momentos de amor":
APARCADO EN UNA CURVA DE LA CARRETERA
Oigo estos viejos acordes fumando en el coche, humo, soledad y tristeza. En la colina de nuestra ciudad que, seguro, no tiene ni tendrá jamás, el encanto, ni el glamour, de aquella añorada Los Ángeles.
He cruzado mil mares, pero ninguno en tu compañía y hoy he vuelto al lugar de nuestros sueños, en donde los tejíamos, en donde los alumbrábamos con la linterna de nuestras pupilas.
Para sentir, una vez más, el estremecimiento de los chopos. Y el quejido de la noche. Su débil protesta ante tantas promesas inocentes que ellos sabían, lo han sabido siempre, que nunca se cumplen.
El implacable tiempo nos llena de arrugas la cara. Y de estrías el corazón. Pero, también inunda, pleno de emociones, de recuerdos, de sentimientos, el almacén de la memoria.
Que es como una vieja chistera de la que puedes sacar una alegre paloma, llena de reluciente blancura. Y soltarla, libre ya, para consuelo de las arboledas. Y de la noche. Y de un desconocido viajero aparcado en una curva de la carretera que serpentea por la colina.
No dejes de leer "Regreso al Sauce Curvo", está encantando.
Otro día escribiré sobre mi visita, por fin, a L.A. el pasado verano.