viernes, 21 de marzo de 2025

POEMAS DEL ÚLTIMO CAMINO.

 

Hace ya bastantes años yo tuve un delicado tema de salud. En un chequeo me descubrieron algo que podía ser sumamente peligroso. Cosa que, desgraciadamente, se confirmó en las pruebas posteriores.

El escritor tiende a literaturizar todo lo que le ocurre.  Así nació, en aquel tiempo, aquel libro incipiente que se llamó: "Poemas del último camino". En él se encontraba este, llamado "Las últimas flores".

Algunos meses más tarde, pedí una segunda opinión médica a uno de los mejores doctores en aquella especialidad y, aunque, le costó varios intentos, por fin consiguió demostrar la intuición que él tenía con mi caso. Yo tenía una cosa rarísima, muy infrecuente, pero muchísimo menos dañina que lo que parecía. Y, afortunadamente, todavía sigo aquí.

Hoy reparo en este poema y en sus hermanos que lo acompañaban y, como todo escritor que se precie,  busco nuevos horizontes para todo aquello que he escrito, en este caso al dictado de mi terrible situación de entonces. Así que toda esta literatura de despedida formará parte de mi libro "Yo también me iré", en el que iré vertiendo sin prisa, pero sin pausa, todas aquellas experiencias y sensaciones cercanas a nuestra despedida final. Espero que la confección de este libro sea larguísima y en el entretanto escriba también libros gozosos y llenos de vida. Porque así sea.


LAS ÚLTIMAS FLORES

Ya las mariposas no vuelan
 ebrias de lontananzas.
¿No ves qué dulcemente se mueren
ahogándose entre las aguas
              que arrojó la tormenta?

Y tu sonrisa azulada,
es, tras la borrasca,
solo un cristal más,
que flota en el mar de Tasmania.

Donde desaparece nuestro pasado
y se acaba el tiempo
     y todo lo que significaba.

La luna ya no me engaña.  
Ni su bufanda hecha de algodones
y de distancia…
y de pétalos de estrellas
         rotas, apagadas.

No me pidas que no salte
la pared de la última valla.
Ni que me aleje más despacio
en esta carrera corta,
        alocada.

¿No ves que las nubes ya no me gritan?,
únicamente son
el refugio del silencio, del olvido,
el humo que se eleva
tras el incendio del alma.
                
Ya  solo me queda
el último vaso de vino
y respirar la fragancia
de las últimas flores,
esas que se mueren cada día
al borde de  los caminos.

Y que me despiden
con sus pétalos abiertos
todavía de amor borrachas,
diciéndole adiós a la vida
casi contentas
¡Como si no pasara nada!


POEMAS DEL ÚLTIMO CAMINO: LAS ÚLTIMAS FLORES