lunes, 8 de octubre de 2018

EL OPTIMISMO DE UN BELLÍSIMO DÍA DE SEPTIEMBRE












“Contra el optimismo no hay vacuna”
Mario Benedetti

“El optimismo es la locura de insistir en que todo está bien cuando somos desgraciados”
Voltaire

LA VIDA INTERMINABLE

                   A veces pienso que el destino juega con nosotros. Somos como la hojarasca que alfombra las calles a la que el viento lleva de un sitio a otro a capricho, a su voluntad.  Y entonces nos llenamos de temores, de ese miedo tan íntimo e importante que nos produce nuestra pequeñez, nuestra fragilidad.
                  Yo recuerdo que, de niño, me refugiaba en mis recuerdos, de cuando mi familia era feliz antes de que la golpeara el destino. Y así, lograba sobrevivir. Con la esperanza de que, otra vez, las cosas volvieran a ser como antes.
                  A lo mejor, de mayor, hago exactamente lo mismo. Y por eso busco a veces la felicidad entre mis recuerdos, al escribir este diario. Como si encontrara en ellos la fuerza para enfrentarme al capricho y, también quizá, a la dureza de mi destino, que vendrá en todo caso al final de mis días. Porque a veces no sé muy bien qué es lo que me pasa y por qué me pongo de vez en cuando tan triste. Ni por qué vivo como ausente, como si no quisiera mirar de frente al futuro que me espera. ¿Por qué será que me niego a aceptarlo? Mi final, nuestro final, el de todos nosotros, digo.
                   Y entonces me rebelo y trato de vivir lo más intensamente que puedo este trozo de vida que me resta. Y darlo todo a las personas que me rodean, a las que quiero.
                   Mientras, en algún rincón íntimo de mi corazón alumbra la llamita de que esto no se termina aquí.  Que todo será como cuando termina el verano. Este verano que ya declina. Que habrá otro al año que viene. Tal vez en otro sitio, de otra forma. Porque si no… Y entonces me reconforta la idea de que otros muchos piensan como yo. Siento el calor de esta fraternidad de huérfanos que somos la humanidad.
                   E incluso siento también la sombra, lejana, casi ausente, de ese padre eterno que debió organizar todo esto, de una forma que él solo entiende. Y también decido pensar, creer, quién me lo impide, que al final, debe ser un padre bueno. Porque si no…
                   Sí, se está mejor en la lado de la luz, del optimismo. No porque tenga uno las cosas claras, sino porque se vive mejor. Y a eso me apunto hoy. Que es un día bellísimo de septiembre, el mes que a mí más me gusta del año.


De: "Mil palabras para el optimismo - Diario de un escritor optimista" .Primeros capítulos en: goo.gl/8Nsd2m