¿ Será porque el gozo no más nos cabe, que nos empuja a henchir otras velas, ventear otras flores, levantar otras aves, en un soplo universal que tal vez moverá el mundo? ¿O, será, simplemente, que nos unimos al latido universal de lo creado y nos inunda por ello tanto contento, tanta dicha?
Yo no lo sé, cuando la alegría me toca ahí, en lo hondo, ya no existe el tiempo ni sus temores tenebrosos, sino solo, quizá, el fluido luminoso de tu existencia bajo el radiante sol que nunca se apagará.
El día que fuimos dioses. Página 143. Francisco Rodríguez Tejedor. Editorial Alhulia 2011