Esta semana, y la anterior, me he dado un palizón tremendo. Pero ha valido la pena.
He escrito toda la parte final de la novela, que no había hecho en esta ocasión, siempre lo primero que escribo es el principio y el final.
Me quedan dos capítulos, que a lo mejor solo es uno, por el centro, y ya la tendría. ¡Casi no me lo creo!
Otra vez que llego a la meta, tras subir la empinada pendiente. Cada vez me cuesta más, la naturaleza me lo recuerda día a día, pero creo que, todavía, tirando de oficio, tengo cuerda para rato.
Mi portadista me da una alegría. Es como un premio al esfuerzo realizado. Recibo sus dos portadas propuestas. Me gustan ambas, ya estamos muy sincronizados después de tantos años y me conoce muy bien.
He hecho una pequeña encuesta con mis lectores cercanos y ya tengo los cambios in mente para hacer la definitiva, que será una mezcla de las dos, también hay que actualizar mi biografía en la contraportada, añadir nuevos hijos a mi familia cinéfila y literaria. ¡Arriba Regreso al Sauce Curvo! Hoy, mi hijo más querido.
Así que me voy de vacaciones, todo esfuerzo ha de tener una recompensa. A la Bahía de las Rocas, entre las provincias de Cádiz y Málaga, en las colinas sobre Sotogrande. Un sitio al que tengo mucho cariño.
Unos días, nada más. Luego, otro acelerón, y a terminar la novela. Un mes para revisarla y espero que esté lista, como muy tarde, para primeros de noviembre. ¡Vamos a ver si lo consigo! De momento, estoy muy satisfecho.
A la vuelta, me pasaré también por el rodaje de La calle del olvido, nuestra película sobre la soledad, en la que participo como guionista.
Ahí van las primeras imágenes de mi criatura: Regreso al Sauce Curvo. ¡A la que Dios dé larga vida, y un sitio en el corazón de los lectores! Alzo mi copa y brindo por ello.
