El escritor, sin comerlo ni beberlo, se halla inmerso en mil marrones que lo rodean por doquier. Su declaración de la renta y de varios miembros de su familia que le piden auxilio, y, sobre todo, la productora Tus Ojos que lo tiene inmerso en el guión de la película de este año que, emulando a la mítica, Tú a Londres, yo a California, se llamará, más modestamente: Tú a Zaragoza, yo a Cascante, haciendo un guiño a las dos regiones que la subvencionarán. Es una película con una historia muy original, el escritor no descarta llevarla a una próxima novela, que versa sobre la soledad. Esa carencia tan de nuestro tiempo.
Pues bien, si ya el escritor estaba frustrado porque ha tenido que aparcar su novela Regreso al Sauce Curvo, al menos hasta primeros de junio, ahora le pide la productora que si puede echarles una mano con un documental sobre la soledad y la indigencia, precisamente, que acompañará al largometraje. Como el escritor les tuerce el gesto, le aplican la medicina más adecuada en estos casos, es decir, acariciarle el ego. Le ofrecen ser el director del documental. Claro, con la bajada de defensas que le produce este caramelo, aprovechan desde la productora para cerrar el acuerdo. Así que aquí me veo enmarronado hasta las trancas, buscando una salida a mis penurias.
La cual encuentro, como tantas otras veces, soñando con mis próximos viajes: quiero fugarme unos días a Altea con mi musa, para reponer fuerzas y acometer el documental, ya tengo solicitadas muchas entrevistas, y el lunes acompañaremos una entrega de bocadillos a indigentes en el centro de Madrid.
A Tus Ojos le he prometido dedicación hasta el 1 de junio. A partir de ahí cambio el chip y me dedicaré a mi novela, con la ilusión de un viaje en junio a Manilva/Sotogrande, necesito ir al Sur todos los años, a un apartamento con unas vistas preciosas sobre el Estrecho y África. Fue nuestra vivienda de vacaciones durante varios años y, ahora, que lo gestiona un hotel, nos sigue reclamando con su luz espectacular y sus recuerdos.
Desde primeros de junio hasta finales de julio, atacaré a mi novela Regreso al Sauce Curvo antes de irme con mi familia a un viaje todo ilusión que hemos preparado entre todos, allende los mares. El treinta y cinco aniversario, las bodas de coral que dicen, hay que celebrarlo.
Los viajes, los viajes... Yo he escrito mucho sobre ellos. Rescato este post para la ocasión, con fotos de la subida al faro de El Albir y de uno de los primeros viajes internacionales con la familia, fuimos pioneros en aquellos primero cruceros que eran una delicia para ir con niños. Hicimos cuatro casi seguidos. Este fue el segundo, que discurría por Venecia, Croacia y las islas griegas y que, a la postre, me serviría de inspiración para alguno de los capítulos de El día que fuimos dioses, ambientado en esas latitudes.
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